Este verano he ido a ver una película muy de actualidad. Una de esas que la crítica pone por los suelos pero que, en la práctica, consigue remediar lo que ésta suele reprochar a Hollywood: el que tantas veces minusvalore las neuronas de cualquier espectador sólo para sacar tajada. La película en cuestión hace pensar y no renuncia a plantear hacia dónde queremos ir a las claras. Y pone los pelos de punta. El resultado es una valiente y entretenida peli de ciencia-ficción puede que demasiado "realista" para algunos... ¿Ya saben cuál es? Va de una isla... Pues bien, está ambientada en el 2019, creo, pero a cualquiera que la haya visto le resulta perfectamente familiar, verosímil y vigente lo que plantea: el hombre contemporáneo puede luchar por la vida por entero, por la de todos sin discriminación, puede confiar en el progreso de la ciencia de verdad, la que está al servicio del hombre y no contra él, o puede servirse de otro ser humano que tiene el mismo derecho que el suyo, vivir, para conseguir sus comprensibles anhelos de eternidad. Y puede intentar silenciar las voces de las víctimas más débiles. Pero jamás podrá cerrar los ojos del todo a los crímenes que podría estar perpetrando, contra sí mismo, y contra la humanidad. Tarde o temprano tendrá que enfrentarse a la clase de monstruosidades que hizo, aunque se las ocultaran perversamente como si de un nuevo holocausto se tratase. No hay excusa que valga para atentar contra nuestros propios semejantes, en los que se reflejan nuestros mismos ojos, nuestros mismos latidos y nuestras mismas ganas de aportar algo nuevo al mundo.
Leticia Moreno
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