Sube 5 décimas hasta el 4,7%, mientras el europeo sube 3 décimas y se encuentra en el 3,6%

Por más que en los últimos meses el Gobierno pide tranquilidad y optimismo, la inflación sigue subiendo. En mayo, el incremento de los precios fue del 4,7%, 5 décimas más que la inflación de abril según el indicador adelantado elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Una cifra que atenúa el optimismo del mes pasado, cuando los precios bajaban 4 décimas, hasta el 4,2%. Entonces el Gobierno se puso la medalla de haber pronosticado bajadas y apostó por una reducción de la inflación hasta el 3% a finales de año, contribuyendo al objetivo del Banco Central Europeo del 2% para toda la Unión.

Desde los partidos políticos las reacciones han sido tan diversas que parecen referirse a países distintos. La portavoz del grupo parlamentario popular, Soraya Sáenz de Santamaría, recuerda que el mal dato de inflación nos retrotrae a junio de 1995, las épocas gloriosas de Solbes, señala con ironía. ¿Conclusión? Zapatero nos está saliendo muy caro. Soraya se pregunta dónde esta Zapatero o Solbes en ese entorno de desaceleración. Ahora que no existen elecciones, ¿por qué no hacen nada?, se pregunta en tono político. Y más política. Ahora que sube la luz, los tipos y los precios, lo único que cae es la confianza de los consumidores.

Por su parte, desde el PSOE, Inmaculada Rodríguez-Piñero reconoce que es una es una mala noticia que confirma que las políticas de ahorro y eficiencia energética se hacen prioritarias. Rodríguez-Piñero pero justifica el dato en el carácter internacional de la misma, provocado por la escalada del petróleo, que afecta a todos los países europeos. Lo cierto es que la inflación de la UE15 ha subido 3 décimas hasta el 3,6%, es decir, 1,1 puntos por debajo de la española. En su labor de oposición a la oposición, la responsable económica del PSOE señaló que, cuando en la etapa del  PP se registraban tasas máximas de inflación, el petróleo era cuatro veces más barato que en la actualidad lo que demuestra que la economía española está ahora más preparada para soportar las variaciones inevitables del precio del crudo. No es mal consuelo saber que no podemos estar peor.