Otro principado, cuya relevancia se reconoce por las muchas veces que se obvia, es que las personas son las que hacen las cosas. Especialmente las malas.
Ruego lean la apasionante biografía que David del Fresno realiza de la abortera socialista, Carmen Montón.
Ya lo dijo Julián Marías: lo peor del siglo XX es la Aceptación social del aborto. ¿Más que el aborto? Sí, la aceptación social del mismo, el hecho de que cuando nos dicen que se asesina a 100.000 niños cada año en España sigamos tomando el café. Porque la aceptación social del aborto crea la impunidad y la impunidad produce más abortos y, con ellos, más mujeres taradas y más varones miserables.
Montón, como Zapatero, o la inmensa mayoría de los legisladores del PSOE y del PP, así como de partidos nacionalistas, no viven como piensan y han acabado pensando como viven. No consideran que el aborto sea un mal menor sino un bien deseable, aplaudible y promocionable. Están deseando que se aborte más, que el mundo se convierta en un aborto total y que la humanidad se termine por consunción. La famosa Blasfemia contra el Espíritu Santo, esa que no se perdonará ni en este mundo ni en el otro, es un concepto esquivo, aunque está perfectamente delimitado en el propio evangelio: atribuir al demonio las obras de Dios. No es una vulneración de la ética, es la inversión de la ética y, de paso, la inversión del sentido común, pues se pretende termine con la miseria por la expeditiva vía de terminar con los miserables... antes de que nazcan y crezcan y se puedan defender.
Verbigracia: el aborto no es algo despenalizable, un lamentable suceso que debe ser indultado. No: es un derecho de la mujer que nadie le puede negar. El homicidio elevado a derecho humano, es decir a la mayor relación social del siglo XX (que no de la revolución Francesa), que propició el nacimiento de Naciones Unidas, de la que puede aplicarse otro adagio clásico: la corrupción de lo mejor es lo peor.
Pero lean a David del Fresno, que trabaja mejor que yo y ofrece un ensayo en forma de biografía, donde las conclusiones surgen de los datos sin necesidad de análisis. Además, es mucho más divertido. En las etapas de doña Carmen Montón descubrirán la degeneración, no de un diputado, ni de ZP, ni del PSOE, sino de la modernidad. La modernidad es, en verdad, la blasfemia contra el Espíritu Santo,
Eulogio López
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