Es la demostración empírica de que algo no funciona. En principio, parece que la lectura, la conversación, la tertulia familiar, la reunión de amigos o el estudio, han pasado a ser cosas de otro mundo.
En cambio, esta cuestión adquiere cierta gravedad cuando son los niños los que pasan muchas horas ante los televisores, y hasta una tercera parte de las horas en que están despiertos, y fuera de los horarios infantiles. El Código de Autorregulación de contenidos rubricado por las cadenas televisivas y el Gobierno, ha sido infringido por todas las televisiones en cerca de 400 ocasiones. Éste es el corolario del último informe acabado por el Centro Universitario Villanueva.
A su vez, los jóvenes que avispan la televisión tres horas cada día alcanzarían un mayor riesgo en el interés por su adiestramiento durante la juventud y en el arranque de su existencia adulta, según una investigación efectuada por la Universidad de Columbia y el Instituto Psiquiátrico de Nueva York.
Por otra parte, la nueva Directiva de Televisión sin Fronteras exige a los Estados y a la Comisión Europea que impongan a las cadenas televisivas, refrendar códigos de conducta por los que se comprometan a no difundir anuncios de comida basura en las programaciones para niños.
A su vez, Autocontrol examinó, a petición de los anunciantes y de los medios, un total de 1.500 anuncios encaminados a los chiquillos, antes de comenzar su difusión. Esta cifra significa un aumento del 21% respecto al año anterior.
Finalmente, el director de Disney Channel afirmó tenemos vocación de ser una televisión con una programación familiar, dedicada a niños de hasta 12 años. Nuestro valor diferencial es, precisamente, la familia.
El que mancha a un niño por vez primera, el que lo envilece con el primer engaño, es un gran culpable, asevera Massimo d'Azeglio.
Clemente Ferrer
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