Y es lo que se preguntan tantos. Los aduaneros estadounidenses han tenido la grosería de revisar las maletas del heredero al trono de España y de su novia en el Aeropuerto de Miami, bajo el principio de que no pueden hacer excepciones: ¿Habrían hecho lo mismo con las maletas del presidente chino o del Príncipe Abdulá de Arabia Saudí?).

 

Pero, ahí no acaba la cuestión. El Príncipe y su prometida hacían escala en Miami procedentes de las Bahamas, de donde habían llegado en un avión privado, acompañados de tripulación y cuatro guardaespaldas. Y es para preguntarse qué hace SAR (¿era el avión de Gustavo Cisneros? Espero que no. Sería el colmo.) utilizando un avión privado para un viaje con la novia a las Bahamas. Y si de despedida de soltero hablamos, pues más peor: además de una horterada, a tres semanas del 11-M no se organiza un sarao semejante al otro lado del Atlántico. Porque, vamos a ver, doña Letizia Ortiz es la futura Princesa de Asturias e incluso futura Reina de España. Ahora bien, por el momento es, lo que se dice, nada: sólo futura. Bueno sí, hablamos de ella con un título meramente honorífico, casi protocolario, en tanto que prometida del Príncipe. Pero significa eso: un título que no es más que un prefacio de un futuro no realizado.

 

Entonces, ¿por qué tenemos que pagarle un viaje a las Bahamas, y otro a Suiza, y vaya usted a saber cuántos más, en aviones privados? ¿Y por qué tiene que vivir en la Zarzuela, residencia oficial de los Reyes de España y del Príncipe heredero? Que viva en su casa hasta que contraiga matrimonio, que es lo que jurídicamente (no moralmente, sino jurídicamente) le otorgará la capacidad de disponer del patrimonio de la Casa Real, donado por el pueblo español a través de sus impuestos. Antes, no. Y si quiere viajar que lo haga en Iberia (precisamente era un vuelo de Iberia el que iban a coger en Miami, pero no el que les traía de desde las exóticas Islas Bahamas).

 

Y ya puestos, tampoco se entiende muy bien la vida dispendiosa de SAR, Felipe de Borbón, por mucho derecho que tenga a ello. Por lo general, los novios españoles se pasan el tiempo haciendo cuentas para poder pagar la entrada de un piso. Pues eso. Al final, en España habrá que dilucidar si se amplía el presupuesto oficial de la Casa Real (lo que probablemente resultará adecuado) y se tapona cualquier aportación privada a los gastos de la Monarquía. Repetimos: cualquier aportación privada. Eso sí, si se amplía la asignación a la Monarquía, aportación surgida de los impuestos que pagan los españoles, lo lógico es que sean estos, los españoles, quienes tengan derecho a saber en qué se gasta su dinero. O sea, un poco de transparencia, la asignatura pendiente de la Monarquía española.  

 

Respecto a la futura Reina de España. Es sabido que lo que pierde a muchas mujeres es la obsesión por ser el centro de atención de quienes le rodean. Doña Letizia asistió junto al resto de la Familia Real, el pasado domingo 11, ala Misa de resurrección oficiada en la Catedral de Palma de Mallorca. Quizás no era el momento de ir ataviada de aquellas maneras. Esta chica todavía no ha aprendido a saber estar.