El post 22-M está mostrando las verdaderas posturas de los diferentes dirigentes políticos: Chacón escurre el bulto, Zapatero se aferra al sillón, Blanco le echa la culpa a Aznar y Urkullu amenaza al PSOE

 

El 22-M ha tenido un pre y un post casi más interesantes que el mismo día de las elecciones. Antes por el Movimiento 15-M que ocupó la atención de los medios -ahora que han perdido la fuerza de la presión electoral habrá que ver hasta cuándo aguantan-; el post, se debe a las consecuencias de los resultados.

Y es que el panorama que hay en nuestro país es bastante complejo. Empezando por el presidente del Gobierno que no parece que vaya a dejar el cargo -pese a las presiones desde dentro y fuera de su partido-. Pero también sus compañeros de viaje están mostrando su posición. La primera de ellos fue la ministra de Defensa, Carme Chacón, que intentó escurrir el bulto del desastre -y es que hay que prepararse para la carrera que empieza el sábado con las primarias, aunque tras el varapalo del 22-M no sabe bien qué hacer-; este martes ha sido el ministro de Fomento, Pepiño Blanco, que no sólo ha escurrido el bulto sino que ha culpado al ex presidente Aznar y a su política económica del 97 de la situación actual -curiosamente del 2003 al 2007 nadie le echó la culpa-; pero no contento con eso, ha querido cambiar la realidad y se ha atrevido a afirmar que "hay muchos que no han entendido todavía lo que está ocurriendo en el mundo: ayer mismo, los diferenciales en relación con el bono alemán se han disparado". Aunque cualquiera entiende que justamente es al revés. Los mercados se han disparado porque España con Zapatero como presidente no ofrece ninguna confianza a los mercados.

Pero es que además, los dos partidos mayoritarios están jugando su partida con órdagos. El PP ha invitado al PSOE a lanzar una cuestión de confianza en el Congreso para que ellos mismos descubran si tienen el apoyo suficiente, pero el PSOE ha respondido que mejor sea el PP quien presente si quiere una moción de censura. Algunos apoyos ya se han ofrecido a los populares, pues CiU ya manifestó el lunes que podrían estar abiertos a apoyar una medida de ese tipo. Pero es que las palabras de este martes del líder del PNV, Íñigo Urkullu, son otro órdago. Radio Euskadi ha afirmado que su partido no tiene "ninguna alianza" con el PSOE. En la situación actual eso es lo que se llamaría un chantaje político. Y más aún si se tiene en cuenta que Urkullu también ha recordado que están "expectantes" para comprobar "el cumplimiento por parte del Gobierno español" de los compromisos contraídos por el Gobierno con su partido. Es decir, que o el Gobierno cumple con lo pactado e incluso con mejoras, o quizás el PNV se retira su apoyo. Lo que está por verse es si esa amenaza se cumpliría, ya que un adelanto electoral podría significar el final de la época de favores para los partidos nacionalistas en caso de que el PP obtuviera la mayoría absoluta. Pero ya se sabe: en los juegos de cartas, quien mejor aguanta los órdagos es el que acaba ganando.

Juan María Piñero

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