Una cámara y un micrófono indiscreto no le harán ningún bien a la imagen del presidente americano George Bush. Durante la cumbre del G-8, un micrófono y una cámara indiscretos captaron al primer ministro Tony Blair intentando convencer al mandatario norteamericano de enviar una fuerza multinacional al Líbano. Sin dejar de masticar, Bush respondía que lo importante es convencer a Siria de que meta en cintura al partido Hezbolá.
Y lo malo es que Bush tiene toda la razón, pero lo que dice es como aplicar medicina preventiva cuando ya se ha declarado la metástasis. Es cierto que Hezbolá no habría creado un Estado dentro del Estado libanés, en la misma frontera norte de Israel sino fuera por el descarado apoyo sirio. Al régimen de Damasco le encanta tener unos grupos de fanáticos que utilizan técnicas terroristas para bombardear la Galilea y que cada día que pasa, que cosas, disponen de misiles de más largo alcance y mucho más mortíferos. Hezbolá ataca a Israel para mayor gloria de Siria, aunque ideológicamente le guste mucho más el régimen iraní de los ayatolás.
El actual desastre comenzó cuando los palestinos, allá en el Sur mataron a dos soldados israelíes y secuestraron a un tercero, precisamente cuando tras años de negociación Israel aceptó retirarse de la franja de Gaza, aun a costa de romper en dos la propia sociedad hebrea. Pero triunfó Hamás y los extremistas musulmanes lo único que saben hacer es matar.
Así pues Israel atacó con saña a los palestinos y exigió la devolución del soldado secuestrado. En ese momento Hezbolá duplica la ración: mata a ocho soldados israelíes y secuestra a dos, más de una década después de que el Gobierno de Jerusalén abandonara el país de los cedros.
Por tanto no es Israel el causante del actual desastre que ya supera los doscientos muertos, sino el extremismo islámico, una vez más. Incluso podría decirse que mientras Hezbolá utiliza tácticas terroristas esconderse detrás de la sociedad civil y atacar a la sociedad civil- Israel responde con medidas militares a cara descubierta y, en principio, mucho más nobles.
Ahora bien, Israel se equivoca por lo mismo que el señor Bush se equivocó en Irak. Contra el terrorismo, precisamente por al propia naturaleza diabólica del terrorismo que se parapeta tras la sociedad civil no se puede luchar con medidas militares. No se puede bombardear desde el aire, porque por mucho que se seleccionen los objetivos, pagarán justos por inocentes. La destrucción de infraestructuras no daña a los terroristas, sino que deja sin elementos de primera necesidad a los civiles, al tiempo en que convierte en terroristas a quienes antes no lo eran. Durante la madrugada del lunes el ejército israelí entraba con sus tropas de infantería en el Líbano, una opción también más noble que el bombardeo aéreo. Pero como se ha demostrado con los marines en Irak, contra el terrorismo hay que luchar con policías, no con ejércitos, con información, no con tecnología militar. Sí; Israel no es el causante de lo que ocurre el culpable es el extremismo islámico- pero se está equivocando de medio porque muchos inocentes están pagando su acción. Y los islámicos no se dan cuenta de que el pueblo judío lucha, sencillamente, por su supervivencia. Lo llevan haciendo desde hace cuatro mil años, así que están muy entrenados.
Por cierto, esta lucha entre los judíos y el Islam se está realizando en el último enclave cristiano, siempre lo ha sido, de Oriente Medio. Pero el cristianismo lleva muchos siglos sin defenderse con ayuda de las armas, deberíamos pensar en ello de vez en cuando.
Eulogio López