Al parecer, es cierto que la Comisión Europea está dispuesta a crear un organismo que vigile a las auditores. Algo así como un policía para vigilar a los alguaciles. El escándalo Parmalat ha provocado que todos se replanteen los sistemas de vigilancia, que, al parecer, resultan ineficaces. Lo malo es que el único sistema de inspección y vigilancia externa que se ha mostrado eficaz en el mundo de la empresa es la inspección bancaria de los bancos centrales. No siempre, pero, al menos, ni los órganos administrativos que vigilan los seguros ni las comisiones (SEC en Estados Unidos, CNMV en España) que inspeccionan los mercados de valores, ni mucho menos los auditores privados han logrado la eficacia de los inspectores bancarios.
Al final, lo que pretende la Unión Europea, al igual que el camino que comienza a andar la Administración norteamericana, es el de estatizar la función inspectora. Pero no la de bancos y cajas de ahorros, ni las de sociedades de valores, sino la de cualquier empresa industrial, especialmente las más grandes y las que cotizan en Bolsa.