El director y guionista de In Good Company, Paul Weitz, ha manifestado que con esta película pretendía analizar hasta qué punto las tendencias económicas afectan a las vidas individuales. El resultado de meses de trabajo dando vueltas a esta idea se traduce en una magnífica comedia familiar en la que, con mucho humor, se ponen sobre el tapete asuntos de importante calado
A sus 51 años, Dan Foreman (Dennis Quaid) tiene una vida de la que no puede quejarse. Es director de Publicidad en la revista del año, Sports America, está rodeado de un equipo que le admira, su hija mayor acaba de ser aceptada en una de las mejores universidades del país y, lo que es más importante, va a ser padre por tercera vez. Pero toda esta situación se tambalea cuando su empresa es adquirida por una multinacional (Globecom) y entra en su vida Carter Duryea (Topher Grace), su nuevo e inexperto jefe, de tan sólo 26 años. Para colmo, un buen día, Carter conoce a la hija universitaria de Foreman (Scarlett Johansson) y se deja seducir por ella
In Good Company tiene muchos aciertos. Por un lado se muestra la diferente forma de entender la empresa en los tiempos actuales mediante los dos personajes fundamentales. Para el joven ejecutivo la reducción de puestos de trabajo es una mera cuestión de cifras. Por el contrario, para el veterano publicista, interpretado por Dennis Quaid, detrás de cada miembro de su equipo hay una historia, una vida, y para él supone una tragedia desprenderse de cada uno de sus empleados-amigos.
Sin embargo, en el plano familiar encontramos más coincidencias. El nuevo, y joven jefe, típico individuo de la sociedad actual y futura, hijo de una pareja separada, envidia (de buena fe) todo lo que posee su subalterno, justo a lo que él aspira y nunca ha tenido : una familia unida que le ame.
Algunos les dirán que In Good Company es la típica y bienintencionada comedia familiar americana. A esos, sigan mi consejo, no les hagan ni caso.