Miguel Arias Cañete, portavoz económico del Partido Popular (¿Para qué te han puesto ahí Manolo Pizarro?) afirma que lo mas importante es la libertad de establecimiento y que, por tanto, aunque tiene ciertos reparos a que una empresa pública francesa como EDF se coma a una empresa privada española como Iberdrola, que oiga, que por ellos que no quede. Traducción. Necesitamos que Nicolás Sarkozy apoye al PP, e incluso sería de agradecer que apareciera por aquí en un mitin de Rajoy como hizo ZP con Ségolène Royal.

En Moncloa afirman que, en principio, "no se oponen" a que una empresa pública, la mayor nuclear del mundo -ellos que odian tanto lo nuclear- con reactores alineados frente a los Pirineos, propiedad del Gobierno francés, en un país que no permite entrar a las empresas españolas, que ni ha liberalizado ni privatizado. El único que brama es Pedro Solbes, al que otra vez ZP y David Taguas, el director de la Oficina Económica, han vuelto a hacer la cama... mientras los franceses se aprovechan -another time- de la España cainita. Esta vez de una fracción del PSOE contra otra del PSOE.

Y también es cainismo de la obsesión de Florentino Pérez contra Ignacio Galán. Pérez está buscando a cualquier extranjero  (EDF, EON, Suez) para eliminar a su compatriota, al que considera su enemigo. En este país de necios somos así.

Incluso más: a Pedro Rivero, el sensato presidente de la patronal eléctrica UNESA, le van a llamar a capítulo cierto miembro de la patronal, por haber recordado la ausencia de reciprocidad entre España y Francia: las empresas españolas no pueden entrar en el negocio eléctrico francés.

La pregunta es ¿qué gana ZP al regalar Iberdrola al Gobierno francés? A mí sólo se me ocurre que la de pintar algo en una Unión que hace tiempo le vomitó de su boca porque le considera un quiero y no puedo, un hombre que se guía por eslóganes, no por principios. Eso, y la colaboración en la lucha contra ETA... supongo.

En cualquier caso, todos estos detalles tienen una razón común: todos ellos, en este país de necios, cada cual pisa el vecino, que no al foráneo, con tal de mantener su puesto. Ojo, no he dicho al adversario, he dicho al vecino.

Eulogio López    

eulogio@hispanidad.com