HSBC Asscher es un SIV (Structured Investment Vehicle, o paquete de activos negociables) domiciliado en Gran Caimán –pura coincidencia- propiedad del HSBC, que emitió bonos con el respaldo de sus créditos a estudiantes, con tarjeta de plástico y de hipotecas: dicho de otra forma, emitió un producto estructurado destinado a ser comprado por los amantes de las emociones fuertes. Como lo emitía el HSBC, tan grande y tan poderoso, las agencias de riesgo (nada menos que S&P y Moody's) le otorgaron la mejor de las calificaciones, nada menos que una triple "A"; lo malo es que ahora está en triple "C", y bajando. Es decir, que nadie da un duro por HSBC Asscher.
¿Y por qué titulizan los bancos sus créditos si pierden el margen de la intermediación? Pues porque puede que ganen menos, pero cobran antes y se pueden quitar las "cosas" que les gustan menos. El producto primario –la hipoteca o el crédito con tarjeta- sí cumple una función social –por ejemplo, la de comprar una casa donde formar una familia-, y éstos SIV lo son, ya que suministran dinero fresco al emisor para que pueda dar nuevos créditos.
Sólo la inconmensurable pedantería de los intermediarios bursátiles, la insufrible frivolidad de los ‘yuppies', o la incalificable avidez de los gerentes, ha conseguido que algo tan prosaico como un SIV apareciese primero como la quintaesencia de la ingeniería financiera y la modernidad económica, y sea luego poco más que un timo del tocomocho para paletos ambiciosos (sin pensar en cosas peores, que no son impensables).
Desde el momento en que la morosidad repunta y ya nadie se cree nada, el SIV llamado HSBC Asscher se va a freír espárragos porque los activos empaquetados ya no gustan a nadie y las agencias de rating (nada menos que Standard & Poor´s y Moody´s) se apresuran a opinar que el mercado tiene razón y van rebajando su calificación hasta llegar a la peor posible (CCC) el 7 de diciembre de 2007.
Seguramente desde antes de esa fecha, pero desde esa fecha seguro, si el valor liquidativo del fondo monetario no ha reconocido el verdadero precio de la partida de HSBC Asscher y ha seguido manteniendo el artificial de antes de la catástrofe, y así parece que ha sido, tenemos ya el hilo argumental más claro:
1. Algunos gestores de fondos de gestoras de banca privada (en España, Credit Suisse, pero el rumor dice que hay alguna otra gestora pillada, en concreto de caja de ahorros norteña) decidieron emplear el dinero de sus clientes de fondos monetarios o de Tesorería en comprar HSBC Asscher, nadie sabe porqué, si por modernez ambiciosa o algo peor. Y la CNMV calladita.
2. A pesar de que ya desde el 7 de diciembre de 2007, hace casi tres meses, se sabía que HSBC Asscher era un ‘bluf' y que cotizaba -porque los SIV también tienen apariencia cotizada- digamos a un 30% de su valor, los fondos monetarios afectados mantuvieron el precio original y anterior a las malas noticias como si tal cosa no hubiera ocurrido. Y la CNMV calladita.
3. Con toda "normalidad", se mantiene la actividad del fondo, que acepta que sus clientes más conservadores –los que se conforman con ganar un 3%, pero no quieren aventuras- suscriban participaciones representativas de un patrimonio en el que se incluye las HSBC Asscher a precio artificial. Es más, se captaban tantos nuevos partícipes que todo indica que se perseguía diluir las pérdidas de los partícipes iniciales entre todos los incorporados con posterioridad. Y la CNMV calladita.
4. Según algunos, la inversión de los fondos madrileños de Crédit Suisse en HSBC Asscher era de unos 18 millones de euros; lo lógico es que los hubiera recomprado la propia entidad, pues alguien podría considerar que ha engañado a unos clientes que le dieron sus ahorros para invertir sin riesgo y lo que hizo fue invertir, al menos parte de los mismos en condiciones artificiales. Porque lo que aquí está en juego es el propio contrato de gestión, es decir, si usted está invirtiendo mi dinero donde yo le he dicho que lo invierta o donde le da la gana. Bancos más nobles, o más obligados por los reguladores, como Dresdner Bank han asumido la pérdida ocasionada a sus clientes por su ambición y para que su prestigio no se hundiera. El HSBC y la Oficina española de Credit han preferido no hacerlo; sus beneficios y el consecuente "bonus" –en éste caso, "malus"- serán altos, pero el prestigio padece. Que se sepa, el director general del Credit Suisse España, Miguel Matossian, no ha dicho esta boca es mía, ni tampoco su Presidente, un hombre tan en la pomada como Fernando Abril-Martorell. Y la CNMV calladita.
5. Parece también raro que nadie le haya dicho nada al HSBC, fletador del ‘vehicle', ni a las agencias de riesgo, que tan frívolamente calificaron al HSBC Asscher. Y la CNMV calladita.
La bolsa, que nació para apoyar a la economía real, se ha ido convirtiendo en un parásito de la misma y lo malo de los estallidos por exceso de especulación es que no pagan los culpables de esa especulación: lo pagamos todos, especialmente los ahorradores.
Y mientras, la CNMV calladita. Insisto: ¿y si cerramos la CNMV?
Eulogio López