El venezolano Gustavo Cisneros ha sido entronizado en Madrid como el gran editor hispano del mundo mundial. No es broma: la presentación de su biografía (requeteautorizada, por supuesto) concentró a lo más sublime del poder español, de medio izquierda y medio derecha. La presentación corrió a cargo de la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio. Como maestro de ceremonias, Luis María Ansón, director de La Razón y consejero editorial de José Manuel Lara Bosh. Allí estaban nada menos que don Jesús Polanco y nada menos que el presidente de Telefónica, don Cesar Alierta, quizás interesado en que Gustavo Cisneros le pague las deudas que debe a la operadora.
Pero hay más. Matías Prats, uno de los mejores periodistas y presentadores españoles, debió sentir cierta vergüenza al tener que anunciar en el telediario de máxima audiencia una entrevista repugnantemente laudatoria con don Gustavo, donde el prócer nos habló del coraje necesario para sacar adelante un emporio audiovisual. Ya saben, un hombre hecho a sí mismo. El diario económico de mayor circulación, Expansión, le dedicó dos páginas totalmente acríticas y El Mundo, de Pedro José Ramírez, decidió destinar un apartado de su suplemento dominical a cantar las maravillas de don Gustavo.
A ver si nos entendemos. La familia Cisneros cohabitó con el presidente socialista Felipe González, compró a precio de risa Galerías Preciados (procedente de la expropiación de Rumasa), terminó por destrozar los grandes almacenes creados por Pepín Fernández y, a la postre, tuvo que ser El Corte Inglés quien reflotara Galerías.
Poco después, los Cisneros vuelven a aparecer, esta vez en su tierra natal, Venezuela. Gustavo, a través de sus medios informativos en aquel país, apoya, con todo descaro, al ínclito golpista Hugo Chávez. Una vez que llega al poder, le exige el pago correspondiente, entre otras cosas el control del ente que rige la televisión en Venezuela. Chávez no se lo concede y, entonces, Gustavo Cisneros cae del caballo y se convierte en un adalid contra la corrupción. Naturalmente, su amor a Venezuela no le impide pasar el menor tiempo posible en el país caribeño. Cisneros vive entre Nueva York, Miami, y La Romana, esa paradisíaca urbanización de la Republica Dominicana donde les ha dado por vivir a buena parte de los millonarios hispanos. Y mientras, eso sí, desde Venezuela produce los culebrones más cutres y las series más porno que, por comparación, convertirían a Javier Sardá en un referente intelectual.
En el ámbito internacional, controla Direct TV, uno de los mayores conglomerados de televisión de pago (por satélite) que emite, en castellano, en Estados Unidos y buena parte de Iberoamérica. Baste con decir que el canal más digno, y más fino, de Direct TV es el Canal Playboy, lo que no impide que don Gustavo se presente, lo repitió en Madrid el pasado miércoles, como un cristiano amante de la familia (lo que demuestra que es cierto eso de que hay 300 tipos de familias).
Como perdió un poquito de dinero en su aventura de AOL Time Warner, don Gustavo quiere fusionar Direct TV con Sky TV, el buque insignia de Ruper Murdoch, el empresario anglosajón sólo un poco menos frívolo que él mismo. Ambos comparten su verdadero credo: el capitalismo más extremo y un acelerado neoliberalismo, eso sí, un neoliberalismo muy globalizador. Cisneros le tiene echado el ojo a Univisión, el otro gran canal televisivo de pago en lengua castellana. Tanto el mexicano Azcárraga y su Televisa como el venezolano Cisneros y su Venevisión le tienen echado el ojo al otro gran canal de televisión en castellano: Univision, de Jerry Perenchio, dado que Perenchio es un hombre ya muy mayor y de salud muy delicada. La diferencia entre Univisión y Direct TV es grande. Por de pronto, Univisión sí emite informativos.
Pues bien, éste es el hombre al que toda la clase política (hoy la del PP, ayer la del PSOE) y todos los grandes editores hacen la rosca de manera más destarada para que inviertan en sus empresas. Especialmente, desde que se ha mostrado dispuesto a no controlar e invertir en minoría. Él sabe que necesita estar en productoras y medios informativos españoles, si quiere ser el gran magnate del mundo informativo hispano. Por eso, está dispuesto a entrar en Antena 3 TV (en Telecinco le gustaría más, pero no se lo permite Silvio Berlusconi), y para ello estaría dispuesto a invertir también en prensa, por ejemplo, en La Razón o en el Grupo Recoletos.
Es decir, que España gana una verdadera joya.