- Las cuentas no salen, al menos si se impone un canon de circulación que no suponga un regalo a las privadas.
- En Inglaterra fue un fracaso y en Alemania no se pudo llevar a cabo.
- Ni siquiera el AVE, que tiene un resultado de explotación positivo, serviría para amortizar la inversión realizada.
- Tampoco quiere nadie el servicio de cercanías, que sólo sobrevive con subvenciones públicas.
- Y de la media distancia mejor no hablar.
- Y encima, CCOO y UGT intentan paralizar el servicio ferroviario en plenas vacaciones.
El problema de la privatización de RENFE es que a día de hoy no existe ninguna empresa interesada en su adquisición. Vamos, que la ministra de Fomento, Ana Pastor (en la imagen) ha pinchado en hueso o, lo que es lo mismo, se ha precipitado a la hora de anunciar la privatización de la empresa pública.
Y es que se mire por donde se mire, las cuentas no salen. Las vías son muy caras, y no hay servicio que lo amortice en el corto, medio e incluso en el largo plazo, a no ser que se impusiera un canon de circulación muy bajo a las privadas, o sea, que se les diera un auténtico regalo.
Pero el caso de RENFE no es único ni el primero. Tenemos el fracaso de la privatización de los ferrocarriles en Inglaterra, que culminó en marzo de 1997, y el intento fallido de Alemania de hacer lo propio con sus trenes.
¿Y el AVE? Pues más de lo mismo. Aunque la línea de alta velocidad ha obtenido un resultado de explotación positivo, construir las vías supone una inversión imposible de amortizar.
En cuanto a las cercanías, tampoco interesan. Y es que no deja de ser un servicio que sólo sobrevive gracias a las subvenciones públicas que, claro, desaparecerían en caso de pasar a manos privadas. Visto lo visto, del patito feo -la media distancia- mejor ni hablamos.
A todo esto, los sindicatos CC.OO y UGT se empeñan en fastidiar las vacaciones de los españoles y de los extranjeros con una huelga, además de dañar la imagen de nuestro país justo en verano, en plena campaña turística.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com