Tras el asesinato en Holanda del cineasta Theo Van Gogh a manos de un fundamentalista islámico, se han producido actos de racismo en un país considerado como el acabóse de la tolerancia. Pero mucho más significativo es que el comisario holandés de Mercado Interior, Frist Bolkestein, haya pronunciado la siguiente sentencia: Mohamed VI debe demostrar claramente que su país no exporta asesinos. Marruecos ha lanzado la correspondiente protesta diplomática, archivada justo al lado de la papelera, y se ha mantenido calladito.
En España, un 11 de marzo ocurrió un asesinato colectivo de 192 personas, a manos de terroristas islámicos, varios de ellos procedentes de Marruecos, y a los que el Régimen de Mohamed VI no persigue con el necesario entusiasmo. Al tiempo, Rabat ha estrechado lazos con Estados Unidos, encantado de desairar al Gobierno español, y la principal dedicación de la inteligencia militar española consiste en elaborar planes de defensa de Ceuta y Melilla ante una posible invasión (pacífica, por supuesto, en forma de Marcha Verde) de las dos plazas africanas.
No parece claro quién tiene razón, pero la reacción holandesa y la española respecto al vecino del sur, una dictadura cada día más cruel, la tiranía de Mohamed, es lo que podríamos llamar divergente. Lo cierto es que el Régimen de Rabat sólo combate el terrorismo cuando éste se vuelve contra el Trono. En definitiva, al Monarca no le gustan terroristas en su territorio, pero tampoco le importa exportarlos.
Eulogio López