España está en venta y corre el riesgo de convertirse en un país de pymes. Hasta ahora, han sido los bancos quienes han mantenido la españolidad de tantas empresas pero Emilio Botín primero y luego Francisco González, decidieron que todas sus participaciones eran financieras (es decir, vendibles) y se deshicieron de lo que fueron en su días los mayores grupos industriales españoles.
Pues bien, en Caja Madrid, Miguel Blesa sigue le mismo camino. Ha decidido que todas sus participaciones son financieras, justo en plena OPA de E.ON sobre Endesa. Ojo, que de buena gana vendería pero se enfrenta a un problema: E.ON, y Manuel Pizarro, no quieren que Caja Madrid venda su 9,3%. Lo que quieren es, precisamente, que Caja Madrid se quede en el Consejo, pues confían en convencer a los especuladores, los principales propietarios, de que acudan a la OPA de 38,75 euros.
Pero Caja Madrid no sólo es Endesa. Es también –además del acuerdo con Mapfre- Iberia, donde es el primer accionista, rozando el 10%. Pues bien, Blesa quiere despenderse de esa participación y el candidato a adquirirla no es British Airways, otro 10%, sino la alemana Lufthansa.
Luego irán NH e Indra.
Al mismo tiempo, el Banco de España presiona –por ejemplo utilizando a la prensa internacional, como el Wall Street Journal, La Caixa para que no lance su holding industrial, paraguas en el que se integrarían todas las participaciones industriales del grupo catalán. El grupo Caixa es aún más importante. Repsol YPF, Telefónica, Gas Natural, Abertis, Agbar, Caifor, etc. En casi todas ellas, es accionistas de referencia, y su idea no pasa por desinvertir, pero el Banco de España puede ponérselo muy difícil.
Actitud del emisor que no sólo afecta a la Caixa, sino a todo el sector ahorro, que hasta le momento ha sido el soporte accionarial del tejido industrial española, especialmente de los sectores energéticos y de telecomunicaciones.