- Jerusalén continúa sin confiar en el presidente norteamericano.
- Y Hamas le lanza cohetes desde Gaza.
- Tras el viaje del presidente norteamericano, el Estado judío le da vueltas a su decisión sobre Irán.
- Los judíos no se creen la previsión de Obama: un año entre decidir fabricar una bomba atómica y tenerla.
- Además, los judíos piensan que Teherán ya ha decidido fabricarla hace mucho tiempo.
En su segundo y último mandato, el presidente norteamericano (en la imagen) ha visitado Jerusalén y Ramala. En su haber, dos mensajes: la amenaza nuclear iraní no es inminente -"todavía hay tiempo para la diplomacia"- lo que no le ha gustado a los israelíes, y la creación de dos Estados, judío y palestino, conviviendo en paz es cuestión de ambas partes -cosa que no ha gustado a los palestinos, para quien Washington no presiona lo suficiente al Gobierno hebreo.
Mientras, Hamás lanzaba cohetes -y no de salutación- en dirección a la comitiva del presidente norteamericano. Estaban demasiado lejos para acertarle pero constituía, lo que podíamos llamar, un testimonio.
A los israelíes también les ha asombrado la ya famosa frase de Obama: "un año media entre la decisión de Irán de tener una bomba atómica hasta poseerla de veras". Según la comunidad judía española -con la que ha contactado Hispanidad- el Gobierno Netanyahu está de acuerdo, pero dicen que el tiempo habría pasado ya, pues ellos nunca han dudado de que lo que pretende la decisión iraní de disponer de armamento nuclear fue tomada tiempo atrás y fue entonces cuando el reloj comenzó a correr.
Naturalmente, al fondo está la cuestión de Jerusalén, que los israelíes no están dispuestos a negociar: es la capital eterna del Estado de Israel. Y, naturalmente, los cristianos no tienen ni voz ni voto en este diálogo permanentemente fallido y tediosamente frustrado.
No, Obama ha fracasado en su periplo y ni israelíes ni palestinos confían en él.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com