En ambientes diplomáticos está muy mal visto que un jefe de Gobierno realice dos visitas de Estado en el mismo día. Da la impresión como que no es importante. Por eso en el Vaticano ha sentado mal que el Papa parezca que no es suficiente para Zapatero y que hubiera aprovechado para visitar además a Berlusconi. No sólo eso, sino que el hecho de que la visita se produzca al final de la presidencia europea parece apuntar como que Zapatero pretende enviar una señal de que el Papa no le va a marcar la agenda.
Eso explica el feo que este jueves le marcara Berlusconi, consciente del malestar en la diplomacia vaticana. Habló con humor de la santidad de Zapatero tras su encuentro con el Papa, mostró su envidia por la salud financiera de España y después le dejó solo haciendo el ridículo. No estuvo bien lo que hizo Zapatero y Berlusconi se lo ha restregado.
Andrés Velázquez
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