Tan sólo 24 horas antes, su amigo, el venezolano Hugo Chávez, seguía practicando la danza de las siete caretas, que más parecen setenta veces siete: Hay que avanzar hacia le socialismo. Más claro, agua.
Veamos cómo denuncia Gustavo de Arístegui, uno de los mejores puntales con los que cuenta el Partido Popular en la oposición, Chávez se ha convertido en el líder del nuevo comunismo, disfrazado esta vez de populismo indigenista. Arístegui denunciaba días atrás que el petróleo venezolano está financiado a todo tipo de dictadores o aspirantes, que ya no se lanzan al terrorismo (en tal caso a la guerrilla y la industria del secuestro) sino que pretenden implantar una dictadura tras vencer antes en las urnas con mayor o menos manipulación.
Denuncia Arístegui que Chavez financia a las FARC colombianas, un grupo de extorsionadores que controlan buena parte del territorio colombiano. Financia a Fidel Castro, pero también al ex presidente ecuatoriano Abdalá Bucaram, amigo de su sucesor Lucho Gutiérrez, otro golpista que llegó al poder por medios democráticos y al que los ecuatorianos acaban de expulsar del país.
Financia Chávez al ala más radical del peronismo argentino, el llamado Movimiento Piquetero, cuyo verdadero mentor y apoyo es el presidente Néstor Kirchner. Y el oro negro venezolano también financia las campañas electorales del sandinismo nicaragüense o los residuos políticos del Frente Farabundo Martí, en el Salvador, antes guerrilleros marxistas y hoy diputados indigenistas.
Naturalmente, financia Chávez el petróleo da para mucho- al sindicalista boliviano Evo Morales, el elemento más demagógico de toda Bolivia, que a punto está de convertir a este país en una nueva dictadura, sea popular o militar, que son dos caras de la misma moneda
Y a este indigenismo financiado por Chávez hay que añadir dos alianzas: la del brasileño Lula y la del mexicano López Obrador. Lula se deja querer y recoge el petróleo barato de Chávez, al tiempo que proporciona asilo diplomático a los chavistas ecuatorianos (el precitado Lucho Gutierrez). Lula se ha convertido en el mejor deudor posible de Iberoamérica, y sus reformas sociales son tan rigurosas, tan lentas, que gustan más a Occidente que a los sintierra brasileños.
Por su parte, López Obrador, aunque no pertenezca al PRI ha recogido toda la demagogia de los priístas y la ha elevado a arte. Él no acepta limosnas de Chavez, pero el venezolano no oculta su admiración por el alcalde de México DF.
Está claro : la revolución Chávez va a convertir a toda Hispanoamérica en un polvorín. Y mientras, desde la madre patria, se aplaude al dictador. El ministro de Defensa, José Bono, y su mentor político, el embajador español en Caracas, Raúl Morodo son los interesados puentes con la República Bolivariana.
Porque el castrismo es una dictadura lamentable, pero desde la caída de la URSS nunca ha practicado el proselitismo internacional. La República Bolivariana sí lo practica. Además, Castro no tenía petróleo : el majadero de Chávez sí.
Eulogio López