Manuel Chaves ha sido reelegido por sexta vez presidente de la Junta de Andalucía. Probablemente, no haya en España Administración política más corrupta que la andaluza pero se trata de una mera consecuencia. Don Manuel, qué le vamos a hacer, está siempre dispuesto a sacrificarse por el pueblo.

Que yo sepa, de todos los presidentes que ha tenido la democracia española sólo uno se puso límite temporal: José María Aznar. Es uno de las -en mi opinión escasas- virtudes que adornan al personaje. Se autolimitó en el tiempo, y cumplió lo prometido, lo cual le honra. Es más: cumplió su palabra aunque para ello dividiera al partido y  escogiera -quizás no tenía que haber elegido él- al más frívolo de todos los candidatos, pero no se echó atrás.

Lo primero que tendría que haber hecho su sucesor era poner límite temporal a su hipotético mandato en Moncloa, o bien proponer -esto puede hacerlo ahora mismito- una reforma legal para imponer un límite temporal a mandato. Rodríguez Zapatero no quiere ni oír hablar de ello, porque aspira a continuar en su actual arriendo por muchos, muchos años. Parece mentira que la oposición no explote las posibilidades políticas que ofrece este aferramiento al cargo de personajes como Chaves o Zapatero. En cualquier caso, un límite de doble mandato, ocho años en el poder, evitan muchas tentaciones, porque si el poder absoluto corrompe absolutamente -frase egregia debida a Lord Acton-, el poder permanente corrompe permanentemente y el poder eterno corrompe para toda la eternidad -Lord Eulogius-.

Eulogio López

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