Esta imagen, que perpetuó los horrores de la guerra de Vietnam, ha aparecido miles de veces a través de todos los medios de comunicación y de, modo especial por todas las cadenas televisivas. La niña Kin Phuc es hoy la embajadora de la UNESCO y dirige una fundación de ayuda a los niños víctimas de la guerra y de la violencia.
Lejos quedan sus 17 operaciones para curarla de las quemaduras que el Napalm produjo en el 65 por ciento de su diminuto cuerpo. Nick Ut, autor de la foto que ganó el Pulitzer en 1973, la llevó a la policlínica y le salvó la vida. Permaneció hospitalizada 14 meses.
Se desmayaba cada vez que las enfermeras la metían en la tina y cortaban la piel muerta. Pero no murió. Dentro de mí -dice- había una niña pequeña y fuerte, que quería vivir pero todo lo superé gracias al amor de mi familia y de Dios. Una de las lecciones que ha aprendido de esta experiencia es a pedir perdón. Cuando leyó por primera vez las palabras de Jesús ama a tus enemigos, no sabía como hacerlo. Pensó que sería imposible. Tuve que rezar mucho y no fue fácil pero, al final lo logré.
En 1996 conoció a uno de los pilotos que participaron en el bombardeo de su aldea. Lo perdonó públicamente por que, asegura, el perdón es más poderoso que cualquier arma del mundo. Está convencida de que su vida es un símbolo de la esperanza y del perdón.
Perdonar engrandece el espíritu.
Se perdona en la medida en que se ama, por el contrario, la venganza quita la paz y el júbilo. El perdón, la magnanimidad y el olvido de las ofensas es el mejor estilo para poder convivir en paz, según En la Soledad del Silencio.
Clemente Ferrer
clementeferrer@yahoo.es