Sr. Director:

Con sonrisa festiva por parte de la presentadora de televisión se anunciaban ante los atónitos ojos de los espectadores las celebraciones que habían comenzado a tener lugar en determinados ayuntamientos catalanes.

Esa misma presentadora calificaba los actos de "sacramentos civiles" y adornaba sus palabras con imágenes de niños sonrientes en brazos de madres felices. Tras ofrecer referencia sobre las anunciadas "ceremonias" pasaba a algo que ya es común denominador en la forma de presentar lo que se quiere que el teleespectador oiga y digiera: el refrendo (escogido, por supuesto) de ciudadanos a pie de calle que son interrogados sobre la bondad de la iniciativa. 

Ya son dos los municipios que han regulado la cuestión: Igualada y Sant Boi del Llobregat. Una de las madres que ha ofrecido a su pequeño para ese "bautismo civil" manifestaba sin rubor alguno: "Yo quería que mi hijo fuera recibido por la casa del Pueblo, no por la de Dios". 

En ese ritual que se ha establecido se leen fragmentos de la Carta de los Derechos de los Niños de la ONU, y del capítulo de la Constitución española referido a la Educación. Y se da la bienvenida al "ciudadano" bajo los auspicios de valores como la libertad, la igualdad, el respeto y la solidaridad. Todo ello acompañado por música de Bach, canciones tradicionales catalanas y poemas. 

La madre ofertante del niño calificó el acto de "ritual". 

Lejos de ser una "payasada" o una "ridiculez" como ha calificado alguna autoridad eclesiástica o la popular voz de Federico Jiménez Losantos en la COPE, todo lo anterior tiene una resonancia histórica tan inquietante como huérfana de toda candidez. 

Hubo tiempos en que el Cristianismo en la reciente historia de Europa fue objeto de ataques muy bien calculados con la finalidad clara de extirparlo quirúrgicamente de los corazones y almas. La degradación intelectual que constituyó el Nacional Socialismo Alemán tuvo esa clara finalidad. Desde Richard Wagner, el novelista Félix Dhan y todos los filósofos volkische como Langbehn, Lagarde y Frenasen se esforzaron porque las energías psíquicas del pueblo alemán se dirigieran hacia el pasado racial, la moral tribal y las tradiciones primitivas. 

Todo ello se fue inoculando hasta llegar a las explosiones de aquelarre que tuvieron lugar en Nuremberg en 1.934. Allí los coros de las Juventudes Hitlerianas recitaron: "Ningún malvado sacerdote nos impedirá sentir que somos hijos de Hitler. No seguimos a Cristo, sino a Horst Wessel. Basta de incienso y de agua bendita. Por nosotros, la Iglesia puede irse a paseo. La esvástica trae la salvación a la tierra. Yo quiero seguirla paso a paso. ¡Baldur Von Schirach, llévame contigo! " 

Después, todos sabemos lo que ocurrió. 

Desde instancias gubernamentales de la Alemania Nazi se arbitró el "Movimiento de la Fe" -que pretendía ser la Iglesia Neo Pagana del III Reich-. Se definía más por su hostilidad hacia el cristianismo y las Iglesias establecidas que por otra cosa. Con el propósito de utilizar las "conversiones" al neopaganismo para complementar las propias y más generales medidas antieclesiásticas (como fue la asfixia de las organizaciones juveniles y la reducción de la enseñanza religiosa en las escuelas), el Partido impulsó una campaña encaminada a persuadir a los feligreses a abandonar individualmente la Iglesia. 

Las actividades "positivas" del Movimiento de la Fe se centraban principalmente en la descristianización de los rituales en torno al nacimiento, el matrimonio y la muerte, y en la conversión de la Navidad en un festival pagano del solsticio. 

En lo que hace al "bautismo civil", los Nacional Socialistas colocaban la runa de la vida como principal motivo decorativo. El niño era llevado por su padre a la sala de la ceremonia sobre un escudo teutónico, envuelto en una manta de lana no blanqueada en la que había bordadas hojas de roble, runas y esvásticas. El nombre del niño y la fecha del nacimiento eran inscritos en la primera página de su "libro de la vida".Los dos progenitores colocaban las manos sobre su hijo y pronunciaban su nombre. 

Nada sucede por casualidad. 

Desde que la memoria de los pueblos alcanza, los rituales culturales y religiosos han practicado la misma táctica: suplantar al que consideran negativo. Así, se han edificado templos donde antes había otros, o se han profanado éstos para darles "usos civiles" (como ocurrió en la Unión Soviética). Todo ello siempre con la misma finalidad: desposeer de legitimidad a usos y ritos arraigados en la Fe popular. En la actualidad, se obra de modo mucho mas sutil: no se prohíbe la práctica de los rituales clásicos, pero se instrumenta su suplantación mediante ritos paralelos con el apoyo de la propaganda mediática y el mensaje de que tan válido es un ritual como otro. Y para que la confusión sea completa se le llama "sacramento civil". 

No. No es una payasada ni una ridiculez más. Es mucho más. Estamos ante una estrategia muy bien amplificada por el totalitarismo laicista que ya se ha quitado el rostro en esta España quebrada nacida el 11 de marzo. Estamos ante un atentado más a las creencias profundas de una nación milenaria. 

Ayer fue Alemania. Hoy es España. Ayer el Nacional Socialismo. Hoy el socialismo nacionalista. 

Que nadie lo vea como una payasada de ediles que quieren llamar la atención en pequeños municipios. La amplificación de los hechos por la televisión en horas de mayor audiencia con esas imágenes de madres sonrientes y ese refrendo que se hace a pie de calle a ciudadanos escogidos, y su posterior propaganda en prensa nacional, restan toda ingenuidad a la "feliz iniciativa". 

Nadie se ha preguntado o les ha preguntado- de qué filosofía nacen los derechos del niño (sino es del cristianismo). Nadie ha cuestionado si esa ceremonia laica, calificada de "sacramento" garantiza más que el mensaje de quien ha marcado la Civilización Occidental- mejor la dignidad de la persona, los derechos del no-nacido, la libertad y la dignidad. 

Se persigue abiertamente vaciar de contenido lo esencial del Cristianismo. Se busca la suplantanción de los sacramentos por actos administrativos en los que el ser humano es dispensado de su potestad para ser libre por el mismo Estado (cuando es justamente a la inversa: el ser humano es creado a imagen y semejanza de Dios, provisto de su dignidad y libertad para salvarse -en la superación de sí mismo y su apertura al prójimo-, o condenarse -si se encierra en estéril egoísmo y materialismo-. 

Ahí reside la malignidad de la iniciativa de los "bautismos civiles". Nunca será el Estado el que otorgue la dignidad y la libertad al Hombre, porque esos valores ya están insitos en la persona por sí mismos. 

Se empieza por dejar en manos del Estado la entrada en la Sociedad, y será el Estado en el que decida finalmente cuando debemos dejarla. 

¿De verdad está muerto el Nacional Socialismo?

Carlos Martínez-Cava