Cuando en la edición del jueves aseguraba que no existe otra reforma de la Iglesia que la reforma de las conciencias, de cada uno de su miembros, no podía sospechar que el mismísimo Papa Francisco -que de reformas, como de todo, sabe un poco más que yo- incidiera en la misma idea: la primera reforma -ha dicho- es la de las actitudes. ¡Cuánto se lo agradezco, Santidad!

Y esta mañana en un libro ya citado aquí (El Triunfo de la Inmaculada) la misma idea en una revelación de Cristo a la madrileña Margarita, lo siguiente: "El mundo está podrido. Se pudre por dentro, en cada corazón de cada hombre". Que es lo mismo pero yendo un poco más adentro. Precisamente, al corazón del hombre.

Lo de las reformas de la curia, o cualquier otra reforma colectiva, es una chorrada, de esas tontunas que nos inventamos los hombres para hablar de las cosas sin referiros al núcleo de las mismas. Porque el núcleo no es la curia, ni el Gobierno, ni la sociedad, ni el Estado de Derecho: el núcleo de la historia es el corazón del hombre.

Y, al parecer, a Dios le importan poco la reforma de la curia, y busca la reforma del alma, que es lo que el Papa Francisco ha llamado reforma de las actitudes.

Y cuanto antes la reforma individual, es decir, la conversión, mejor, añado yo, que tengo menos autoridad que Francisco y Margarita, y resulta que la olla podrida está a punto de rebosar y entonces vendrá el llanto y el rechinar de dientes.

Pta. Por cierto, cuando cité el libro de Marga con anterioridad hubo lectores que me pidieron dónde comprarlo. No se vende en librerías hasta que obtenga todas las bendiciones eclesiásticas, hasta ahora verbales pero no oficiales. Así que los pedidos pueden realizare en el teléfono (34) 690242185.

Eulogio López

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