Sr. Director:
Ante la Declaración "A favor del verdadero matrimonio" de los obispos, el ministro de Justicia ha respondido que "es deber del Estado regular los matrimonios gays". Además de mostrar, con esta afirmación, un talante autoritario, tal vez sea conveniente recordar dos cosas al señor ministro. La primera que en un país democrático todos los ciudadanos tenemos derecho a exponer nuestra opinión, tanto personal como colectivamente. Y, segundo, recomendarle leer el diccionario de la Real Academia de la Lengua en el que se define el matrimonio en la religión católica como "Sacramento instituido para santificar la legítima unión de un hombre y una mujer, y que confiere a dicha unión carácter indisoluble".
Señor ministro, ¿va de prohibir a los obispos que defiendan un término recogido en el Diccionario de la Lengua y que define muy bien lo que es la unión entre creyentes cristianos a los que ellos representan? Cierto que el Estado tiene el deber de regular las relaciones entre gays, pero no tiene el derecho de cambiar los términos. Si tanto interesa regularizar estas situaciones, busquen un término que las recoja y reconozca, pero no les llamen matrimonio, puesto que no lo pueden ser, ya que el matrimonio no es cualquier unión, por muy respetable que esta sea, sino una concreta y bien definida.
Valentín Abelenda
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