La publicidad en esta ocasión no engaña; The Wrestler (El luchador) supone la resurrección profesional del actor Mickey Rourke tras unos años tortuosos y una cirugía mal resuelta que han dejado casi irreconocible al protagonista de Requiem por los que van a morir o Francesco. Lo cierto es que Rourke guarda cierta semejanza con el protagonista del drama de Aronofsky: durante años ha sido un hombre derrotado que buscaba una salida
El Luchador narra la agonía profesional que sufre Randy The Ram Robinson, un luchador que en los años 80 consiguió situarse en la cumbre de la lucha libre profesional pero que, 20 años después, sobrevive como puede realizando exhibiciones en locales de tercera categoría. Randy sólo aguanta su mísera existencia gracias a la emoción del show y a la adoración de sus fans. Pero cuando un ataque al corazón le obliga a retirarse, Randy se plantea poner orden en su vida: acercarse a la hija que abandonó en su infancia y paliar su soledad conquistando el amor de una bella stripper
Nadie puede negar la fuerza de esta historia amarga plagada de perdedores que no parecen tener hueco fuera de los mundos marginales en los que habitan. En la misma Rourke se deja totalmente la piel haciendo creíble la figura de Ran. E, incluso, si seguimos con los aciertos aunque para el público español nos queda bastante lejano, resulta interesante contemplar el componente de espectáculo que conlleva la lucha libre (los luchadores en muchas ocasiones planean de antemano sus movimientos en los combates para hacerlos más vistosos). No obstante, todos estos logros no logran atenuar la gran sordidez presente en la historia (fundamentalmente cuando el protagonista entra en el local donde trabaja su admirada stripper ) así como un tremendo fatalismo desde las primeras imágenes.
Por todo ello, Rourke, sin duda, se merece el Oscar al mejor actor (al igual que los ya conseguidos: Globo de Oro y Bafta) pero El luchador hay que advertir que sólo va destinada para un espectador adulto que aguante emociones fuertes
Para: Los que quieran ver la resurrección profesional de Rourke en una película bien resuelta pero tremendamente sórdida.