Sr. Director:

¡Qué vergüenza! Algunos han perdido la sensibilidad ante el derecho de todos a la vida. Ahora, dirigentes políticos de Kosovo intentan, como se ve en el borrador de la Constitución kosovar, conculcar de un plumazo, el derecho natural de los no nacidos a la vida, y el concepto de matrimonio.

Buscan el aborto libre: al niño no se le reconocerían derechos hasta después de su nacimiento, y el matrimonio puede ser cualquier cosa: valdría la poligamia, la poliandria… ¿En dónde está al razón? ¿Y el espejo de la Declaración Internacional de los Derechos del Niño? ¿De qué sirve que en estos se diga en su artículo 4  que "El niño tendrá derecho a crecer y desarrollarse en buena salud; deberán proporcionarse, tanto al niño como a su madre, cuidados especiales, incluso atención prenatal y postnatal"? Esperemos que la idea de Giuliano Ferrara de pedir una moratoria para el aborto, secundada por importantes personalidades del mundo de la política, de la cultura, de la ciencia y de la religión, tenga pronto su efecto deseado.

El aborto es la mayor monstruosidad de la que el hombre es capaz: es la matanza de inocentes, un acto de inhumanidad, de despiadado egoísmo, de inconfesable cobardía. ¿Y nos quejamos de los nazis? Bien se ve que el Comunismo, por donde empezó la legalización del aborto,  no ha sido todavía condenado por instituciones civiles como lo ha sido el nazismo: de ahí la siembra de sus errores por el mundo.

Josefa Romo

josefaromo@gmail.com