¿Qué es lo que mueve a los legisladores a darle la espalda a la defensa de la vida en la etapa embrionaria y fetal, que eran principios básicos de la humanidad hasta hace solo unas décadas?

El Prof. Nicolás Jouve, catedrático de Genética y Presidente de CíViCa, Asociación de Investigadores y Profesionales por la Vida, lo explicó con gran claridad en el VI Congreso Mundial de Familias en Madrid.

La tendencia general a la implantación de leyes del aborto en el mundo. Las tres últimas décadas  revelan una tendencia general cada vez más favorable al aborto, que alcanza a las legislaciones de casi todos los países. Actualmente dos tercios de la población mundial viven en países donde se permite el aborto. Por contraste, hay un pequeño grupo de países, que apenas abarcan un 3% de la población mundial, que prohíben el aborto sin excepción.

¿Por qué la Organización de las Naciones Unidas, un organismo que hace 50 años estableció la Declaración Universal de los Derechos Humanos en cuyo Artículo 3 se proclama que «todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona», hoy la ONU promueve el aborto?

Se pretende promover el aborto en el mundo para tener el control del crecimiento de la población, para paliar las dificultades de abastecimiento de la alimentación y a las corrientes ideológicas de la liberación de la mujer. Que las mujeres puedan tomar la decisión sobre su embarazo, consciente y responsable, sea respetada, incluso anteponiéndola al derecho a la vida de su propio hijo, el concebido no nacido.

Estas razones carecen de fundamento científico y ético ya que se desoye la verdad sobre el inicio de la vida a partir de la fecundación, no se quiere reconocer el valor de una vida humana singular, distinta e independiente de la madre, desde la fecundación hasta la muerte natural. Estos argumentos tienen su base en las conjeturas de Thomas Robert Malthus (1766-1834), un economista inglés, considerado el «padre de la demografía», que en su «Ensayo sobre los principios de la población», publicado a finales del siglo XVIII, establecía que la disponibilidad de alimentos para satisfacer las necesidades humanas son limitados, por lo que llegaría un momento en el que se produciría una catástrofe demográfica. Sin embargo, los augurios de Malthus han fracasado ya que se ha superado la cifra de 7.000 millones de seres humanos en el mundo, sin que haya tenido lugar la anunciada catástrofe.

Por otra parte, la FAO, el órgano de las Naciones Unidas para la alimentación en el mundo, emitió un informe de previsión de recursos alimenticios para los próximos años del siglo XXI en el que proclamaba que no hay escasez de alimentos en el mundo y que la producción global "per cápita" nunca fue superior a la actual. Estos problemas son una realidad en los países de mayor índice de abortos: la disminución de la población activa, el envejecimiento progresivo de la población, los desequilibrios económicos para sostener las clases pasivas y el aumento del gasto sanitario y los desequilibrios en las estructuras familiares.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística de 2010 en España, el índice de fecundidad de la mujer es de 1,36, cifra que está muy alejada del nivel de reemplazo generacional (2,1) y también de la media mundial (2,52) y de los deseos de las familias españolas, que según la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas, se cifra en 2,72 hijos por mujer.

"Toda vida es la vida de Dios que se hace presente entre nosotros aún en un niño que todavía no ha nacido. Nadie tiene derecho a segarle la vida. Imagina el grito de esos pobrecitos que son asesinados antes de nacer. Toda vida pertenece a Dios. El aborto va en contra del mandamiento del amor", afirma Teresa de Calcuta.

Clemente Ferrer
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