El Secretario de Estado de Telecomunicaciones entiende que las redes han contribuido a la democratización política, pero advierte sobre el peligro de concentración empresarial

Cuando el 15-M resulta ya un movimiento marginal y decrépito, resultado de la degradación de una buena idea, todavía hay quien se atreve a defender su supuesta contribución a la democracia. Un guiño electoral que el secretario de Estado de las Telecomunicaciones, Juan Junquera, lanzaba este jueves ante los medios.

Junquera se refería a la contribución de Internet a la democracia y ponía como ejemplo los movimientos en el norte de África y Siria o los que podrían producirse en China, con Internet como principal herramienta para aglutinar el descontento. A estos movimientos, el secretario de Estado añadía de pasada el del 15-M, que, sorprendentemente, todavía parece significar algo para la cúpula del Ejecutivo. Lo cierto es que el 15-M no tiene nada que ver con la democracia en sus formas ni en sus peticiones.

Pero aceptemos pulpo, porque lo que pretendía Junquera era señalar la contradicción de una Red que puede facilitar por un lado la respuesta política hacia la democracia, mientras por otro está desarrollando concentraciones económicas importantes. No obstante, la única solución que propone Junquera es regular menos y confiar en el sector. En realidad, el secretario de Estado está metiendo los lápices y papeles de su despacho en una caja, por lo que resulta fácil denunciar las contradicciones e incurrir en las mismas dando la razón a las demandas de las operadoras, partidarias siempre de una menor regulación.

Rodrigo Martín

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