Andrés Ortega, moderador del desayuno con Moratinos, le puso la tarea fácil al ministro

El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos comparecía en la mañana de este martes ante el Forum Europa. Una excelente oportunidad, ya que el panorama internacional da bastante juego en estas fechas. El propio ministro retó a los medios a que se le formularan preguntas sobre la seguridad jurídica en Venezuela. Prometió responder con datos.

Pero, llegado el momento, el moderador, Andrés Ortega, acumuló todas las preguntas sobre Venezuela y le añadió su propia pregunta sobre Rusia con la excusa de que en ambos países ha habido procesos electorales el pasado domingo. A continuación, leyó unas seis preguntas de corrido para dejar que el ministro tirara por donde quisiera. Y Moratinos no desaprovechó la oportunidad para quitarse de encima el asunto venezolano con una evasiva de manual: respeto, felicitaciones a la ciudadanía y a las autoridades y deseo de las mejores relaciones. El canciller español espera "retomar el buen diálogo con Chávez", aunque no puede predecir si será inmediatamente. Aparte de esta especie de felicitación navideña, nada sobre las amenazas de Chávez a los bancos españoles, nada sobre los supuestos mensajes de la Casa Real al presidente de Venezuela.

¿Por qué el moderador del coloquio no sólo no intentó aparentar que le apretaba las tuercas al entrevistado, sino que le faltó abrirle la puerta del salón y extenderle al ministro una alfombra de pétalos? No es la primera vez que Andrés Ortega mostraba su carácter servil. Ya en otras ocasiones ha despreciado las preguntas de los medios no afines al PSOE y dado la palabra a los periodistas del grupo PRISA.

Un detalle que puede ayudar a explicar el sectarismo orteguil: antes de convertirse en editorialista y columnista de El País, Ortega trabajó a las órdenes de Felipe González, concretamente como director del Departamento de Estudios de Presidencia. Con moderadores así, los organizadores de estos desayunos deberían plantearse si merece la pena montar este tinglado o si resultaría más cómodo para todos remitir una nota del Ministerio de Exteriores con lo que al titular de la cartera, convenientemente asesorado por el censor Ortega, le apetezca decir ese día.