El embarazo de Letizia ha trastocado todos los planes políticos. Si lo que viene es una niña, se precipitará una reforma constitucional para evitar la discriminación de la mujer en la sucesión a la Corona. Un compromiso de Zapatero y una relativa demanda social. Obviamente, la reforma del Titulo II irá acompañada de un pack de reformas territoriales mucho más amplio. Y no existe alternativa distinta para solucionar el problema a la reforma constitucional.
Como la reforma se realizará previsiblemente a posteriori, habría que redactar de manera retroactiva. Pero entonces tendríamos el problema de que las infantas Elena y Cristina tendrían prevalencia sobre el Príncipe Felipe. Y como eso no puede ser, habría que redactar una transitoria con nombres y apellidos. O en su defecto, que las infantas renuncien al trono como lo hiciera su abuelo don Juan.
En resumen: un follón. Máxime si tenemos en cuenta el melón abierto de las reformas territoriales y la posibilidad de que el PSOE no revalide en las urnas habida cuenta de la caída en popularidad del presidente Zapatero. Quizás por eso, la ministra de Cultura, Carmen Calvo prefiere hablar de modificación técnica. Una técnica que exige el consenso de 2/3 del Congreso y Senado, la disolución de Cortes, la convocatoria de nuevas elecciones y el refrendo de nuevo de 2/3 de las nuevas cámaras. ¡Caray con la técnica!