Sr. Director:
Se diría que la Naturaleza -ante tanto despropósito de los hombres- de cuando en cuando se manifiesta, algo así como ¡que sigo aquí!

 

El volcán de Islandia con ese nombre tan raro que encabeza estas líneas, nos ha recordado -una vez más- que hay algo que nos supera, que no tenemos controlado; un resoplido tan bello como desastroso, con enormes nubes de cenizas y ríos de lava, ha afectado a millones de personas y producido pérdidas multimillonarias a empresas aeronáuticas; a más de un mes de la primera erupción, la nube de cenizas sigue dando quebraderos de cabeza en Europa. Un poco más acá, en la Moncloa, hay algo parecido a un volcán -a sus consecuencias me remito- que vomita continuamente humo y cenizas, y ríos de lava, que está afectando a 45 millones de españoles, y pérdidas ni se sabe Los primeros -como amenazadoras nubes de tormenta- cubren los cielos de España, impidiendo a los españoles fijar su atención en los graves problemas sociales que sufrimos; la última nube es la criatura, como antes fueron progenitor A y B o llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo, o suprimir el libro de familia, o  Los ríos de lava -más parecen de aguas fecales- están sepultando la España que conocíamos, una nación con muchos siglos de historia, creando una cosa  en la que el inquilino de La Moncloa, con su principal arma -la EpC - sea dueño de conciencias y haciendas.

Los vulcanólogos no se ponen de acuerdo sobre la duración de la erupción del volcán islandés, pero el de La Moncloa ya dura seis años,  y en verdad que de bello no tiene nada,  ¡pero desastroso! Tengo la esperanza de que las diversas iniciativas ciudadanas encaminadas a apagar el volcán ZP den fruto en breve.

Amparo Tos Boix