Dice José María Aznar que Mariano Rajoy no sabe distinguir al "mejor" para cada puesto. Y el ex presidente sabe mucho de eso, dado que fue él quien eligió a Mariano Rajoy en lugar de a Rodrigo Rato para sucederle. Y fue él quien se empeñó en prescindir de Loyola de Palacio, Jaime Mayor Oreja, Jorge Fernández y otros políticos con... valores.
¿Por qué no nombró a ninguno de ellos? Pues muy sencillo: porque eran menos dóciles a su autoridad que el versátil gallego que erigió como sucesor y porque, por versátil, era alumno aventajado de la doctrina Aznar, que él mismo calificó como centrorreformismo.
Un detalle: ya antes de subir al poder. De la misma forma que los únicos valores que entienden la mayoría de los ricos son los valores bursátiles, los únicos valores o principios que entiende Mariano Rajoy son los escaños. Y es que, nombrando sucesores, Aznar es un monstruo: le sirvió el más dócil a su persona, sin darse cuenta de que los dóciles dejan de serlo cuando ya no te necesitan y, encima, practican tu misma teoría: bueno es aquel que no osa contrariarme.
Un detalle: ya antes de subir al poder, Aznar borraba de los discursos que le preparaban cualquier alusión al aborto. Durante su mandato, se multiplicó el número de abortos, se permitió la distribución de la píldora abortiva y de la píldora postcoital (ésta última convertida en la perversión de la adolescencia y el arma más eficaz y rentable de los mercaderes de la muerte) y comenzó la matanza de embriones humanos utilizados como cobayas de laboratorio (Ana Pastor, ministra de Sanidad).
No estoy hablando de aborto, que puedo y debo, sino de derecho a la vida, que es el punto clave donde se contempla la coherencia de un político con sus principios. El centro-reformismo inventado por Aznar no es más que posibilismo, anulación de los valores no negociables. Y así, si hay alguien que o tiene derecho alguno a quejarse de la frivolidad de Mariano Rajoy es el frívolo Aznar, porque el centrorreformismo no es más que eso: frivolidad.
¿Por qué, entonces, el PP sigue obteniendo votos?
Eulogio López