El hombre más odiado por los Kirchner, ahí estaba él. Sorpresa en la cabina de business de Iberia. Costaba reconocerlo. Vuelo Buenos Aires-Lisboa con escala en Madrid.

Julio Cobos, vicepresidente de Argentina y presidente del Senado, sin escolta, en vaqueros y camisa. Nadie le esperaba en Madrid, casi viajaba de incógnito, aunque se trate de una reunión interparlamentaria, es decir oficial. Le llaman radical K, porque su pertenencia a la Unión Cívica Radical, en la oposición, no le ha impedido jugar con el matrimonio Kirchner. De lo cual nunca se arrepentirán lo suficiente.

Hispanidad estaba ahí, y que cosa más natural, dada su sencillez, inicia una conversación con él. Cobos es un radical que se convirtió en el segundo de Cristina Fernández de Kirchner para luego convertirse en la persona más odiada por la reina Cristina hasta el punto de no saludarle en actos públicos. ¿Por qué? Sencillo: por una frase que ha causado furor en el país: Mi voto no es positivo. Fue Cobos quien provocó la derrota del matrimonio cleptómano, los Kirchner, cuando pretendían expoliar a los chacareros -agricultores- argentinos, subiendo la retenciones a las exportaciones de soja hasta el 35%.

En un país donde cunde la pobreza al tiempo que la clase política se enriquece sin el menor pudor, especialmente la Casa Rosada, los agricultores habían conseguido, gracias al oro verde, la soja, aumentar su nivel de vida y las de sus pueblos del interior profundo a través de la exportación. Pero doña Cristina y don Néstor no podían permitir tal cosa: subió los impuestos, hubo revueltas, enfrentamientos entre la guardia pretoriana de los Kirchner, el justicialismo más agresivo, y los agricultores. Al final, gracias al voto de Cobos, tuvo que envainar la espada. El matrimonio no se da por vencido, ahora vuelve a insistir. Imprudentemente están llevando al pueblo argentino al borde de la disgregación. Cobos mantiene la misma postura de antaño.

Los chacareros le adoran. La presidenta Kirchner no le saluda. ¿Cómo va a terminar el conflicto del campo? Estoy muy preocupado -responde-. La virtud más importante de un gobernante es la prudencia -añade-.   

¿Reconciliación con la presidenta? Imposible.

Y asegura: Yo no voy a renunciar nunca y acabaré mi mandato... porque los cargos hay que ejercerlos hasta el final. Luego, se presentará a las elecciones como radical (el partido aún no le ha perdonado su marcha al Gobierno, pero... mientras asegura que no se reunirá con el gobernador de Buenos Aires, Mauricio Macri.

La Constitución argentina es un calco de la norteamericana. Se supone que ambos países se ven libres de la disciplina de voto, que en ambos se considera inadmisible. En Europa, por ejemplo, lo inadmisible es lo contrario: que un socialista, por ejemplo, sea vicepresidente del PP. Es cierto que el caso de Cobos, pueda resultar excesivo, porque si se difuminan las diferencias entre partidos también se estará difuminando la democracia, pero también lo es que la dictadura de los partidos empieza a resultar más que agobiante.

Por eso, ante el agobio del matrimonio cleptómano, en Argentina, gracias a la independencia que otorga el sistema a la persona frente a las formaciones políticas, y en medio de unos Kirchner que caminan hacia la tiranía cabe una esperanza por la vía de la no disciplina de voto. O sea, cuando la persona vale más que la institución. A ese modo de hacer, que no sistema, se le llama democracia.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com