El Banco de España exige a las entidades financieras una provisión genérica, otra específica (según el tipo de crédito que se conceden) y... dos años atrás inventó una tercera provisión que, a falta de nombre, la calificaron como estadística. También podían haberla llamado arbitraria, pero hay que reconocer que no suena tan fino. Se suponía que con la entrada en vigor de Basilea II, las nuevas normas de capitalización, que se espera entrarán en vigor en 2006, el emisor se olvidaría de este tercer castigo para las entidades.
Pues no. Es más, la autoridad monetaria (ahora más bien autoridad supervisora) está feliz con su invento y asegura que otros países europeos estudian seguir el mismo camino. Además, se da la circunstancia de que el acuerdo de Basilea hace referencia a las exigencias de capital y reservas, pero no insiste demasiado, más bien nada, en las provisiones, que quedan al albur de los bancos centrales de cada país. Y resulta que las provisiones pueden ser más importantes que los recursos propios.