No queremos alimentar la batalla de sexos porque creemos en la complementariedad. Tan sólo queremos ofrecer la otra información que nadie ofrece: la violencia doméstica cuya víctima es el varón. Y no se trata de una realidad marginal, como asegura el ministro de Trabajo, Jesús Caldera, sino de un 30 por ciento de la violencia doméstica, según datos del Instituto de la Mujer que pueden consultar en http://www.mtas.es/mujer/mcifras/principa.htm

 

Hasta el mes de mayo han fallecido en el hogar 30 mujeres y 13 varones, por lo que la cifra de varones fallecidos en el hogar como consecuencia de la violencia doméstica asciende al 30,23 por ciento. De ellos, 5 murieron a manos de sus cónyuges o relación análoga, mientras que la cifra en el caso de las mujeres asciende a 22. Sin embargo, las víctimas de  intentos de homicidio y/o asesinato a manos de sus parejas ascienden a 67 en el caso de las mujeres y a 17 en el caso de los varones.

 

Además, 3 mujeres y 5 varones murieron a manos de sus hijos. Tres mujeres y un varón lo hicieron a manos de su padre o madre y dos y dos (esta vez en "paridad") murieron a manos de otros parientes. En total 16 de las 43 muertes (un 37,20 por ciento) se realizaron a manos de personas diferentes al cónyuge y la muerte de mujeres a manos de sus parejas supone el 51,16 por ciento.

 

Toda esta maraña de datos apunta a dos conclusiones. Primera: No es verdad, como asegura Caldera, que la realidad de la violencia doméstica es prácticamente sólo la muerte de mujeres a manos de sus maridos. Esta supone apenas poco más de la mitad, por lo que se entiende mal la discriminación positiva penal recientemente aprobada en contra del criterio del CGPJ. Segunda: La solución a la violencia doméstica no descansa en el endurecimiento del tipo penal ni en el afianzamiento de la guerra de sexos ni en la conversión del hogar en un lugar de sospecha, sino en una correcta comprensión de la diferencia y complementariedad del hombre y la mujer.