El secretario general de Unió Democrática de Catalunya, Joseph Antoni Durán i Lleida, ha asumido la bandera de la defensa de mayores fondos para los colegios concertados. La realidad es que la plaza escolar pública cuesta un 78% más que la concertada. Y eso significa que la educación de iniciativa social atraviesa por dificultades financieras que obliga a toda una ingeniería poco razonable.

El concierto impide a los centros docentes cobrar a los alumnos. Pero, al mismo tiempo, financia exclusivamente los gastos corrientes. Eso significa que la amortización de las inversiones permanentes debe ser financiada de manera creativa. Algunos centros han creado fundaciones ligadas y recomiendan a los padres que se conviertan en patrones de dicha fundación. Otros, la mayoría, le dan por las clases extraescolares con las que enjugan el agujero al que les someten las Consejerías de Educación. Por último, los más espabilados se inventan cursos del Forcem de reciclaje del profesorado que nunca se realizan, pero que permite ingresar unos euros con los que financiar la cancha de baloncesto o el aula informática.

No defendemos a Rinconete y Cortadillo. Pero el primer responsable de la aparición de estos frailes Lazarillos es la propia Administración, que estrangula financieramente a los centros educativos dejándoles sin capacidad económica para afrontar mínimos proyectos de inversión. Y no contentos con el ahogo económico, la Consejería controla al profesorado hasta el punto de pagarle directamente la nómina. Una anomalía sólo comprensible desde una mentalidad estatalista. 

La conclusión es que los curas son un chollo que reduce la factura presupuestaria del capítulo de educación. Lo impresionante es que, siendo esto así, las Consejerías sigan presionando al negocio educativo de los curas. El ateísmo militante observa al religioso como una amenaza en lugar de un colaborador. Y así, el alcalde de  Villalba (Madrid) ya le ha advertido al señor cura párroco que de colegio concertado, nada de nada, que él presionará por un colegio público y que pondrá todos los impedimentos posibles a que el señor cura desarrolle su proyecto educativo. Y eso a pesar de que el cura sea infinitamente más barato que los funcionarios y tenga bastante más vocación educativa que los actuales maestros. Ideología obliga.

Es decir, el señor alcalde villalbino quiere que los ciudadanos de la Comunidad de Madrid paguen más por lo mismo. A eso se le llama eficiencia administrativa. Y la historia de Villalba es un cuento de monjas comparado con el acoso al que la Junta de Andalucía somete a los centros concertados. Todo un ejercicio de apriorismo ideológico con el dinero de los contribuyentes. ¡Viva la pólvora del rey!

Pues bien, ya era hora de que algún responsable político atendiera a las demandas de un sector que se encarga de la educación de nada menos que el 25% de los niños españoles. El concierto es escaso e injusto y no reformarlo sería recortar la libertad de elección de centro de los padres. Así lo ha manifestado Durán i Lleida a quien aplaudimos desde estas pantallas.

Pero hay más. Metidos en arena, el democristiano catalanista se manifestó contrario al aborto y a la reciente reforma del Colegio de Médicos de Barcelona de permitir el aborto de adolescentes sin la autorización de sus progenitores. Tampoco me parece razonable el reparto indiscriminado de la pastillita y la consideración de matrimonio a la unión entre homosexuales y mucho menos la posibilidad de adopción, porque por encima de todo está el derecho del niño, afirma. Olé, olé y olé. Durán i Lleida se ha convertido en el político español que más abiertamente ha manifestado sus convicciones morales. A lo mejor es que desde el triunfo de Bush se ha dado cuenta de que el discurso moral, lejos de alejar, acerca al poder. Nunca es tarde. Enhorabuena.

Luis Losada Pescador