Del 18 de julio, cuando Franco se puso al frente de un golpe militar para terminar con la II República, conviene hablar el 19.
En la Iglesia de la Congregación de San Pedro, en pleno centro de Madrid, existe una placa que reza lo siguiente. "Calderón de la barca, capellán mayor de la congregación de San Pedro apóstol, 1666. Sus restos mortales depositado en esta Iglesia desaparecieron en el incendio y saquero de 1936".
Es decir, que ya no contamos con los restos de uno de nuestros dos grandes dramaturgos del siglo de oro (el otro, Lope de Vega, también fue capellán de la Congregación, pero tuvo suerte. Sus restos mortales se encuentran en otro lugar de Madrid).
Me imagino que algún miliciano instruido consideraría que Calderón era un peligroso reaccionario falangista y decidió hacerse un caldo con los huesos del autor.
En ese estado de cosas es dónde se produce el golpe de un general llamado Francisco Franco. Y todos los católicos le apoyaron, claro está, porque no apoyar a los golpistas significa acabar como el cadáver de Calderón, sólo que en vida. Yo, desde luego, lo habría hecho.
Luego llegó la victoria, que los militares insurrectos jamás habrían conseguido sin el previo ataque rabioso de los republicanos contra los católicos. Se acusa a la Iglesia de haber apoyado a los golpistas: ¿Es que acaso podría hacer otra cosaCierto es que Franco se aferró al poder y la Iglesia, poco a poco, le fue retirando su apoyo. También lógico. Pero sin el recuerdo de tantos mártires –en breve Tarragona, con un Papa progre, fíjense qué cosas- va a beatificar a 500 mártires de la contienda civil. Y hasta que la izquierda no reconozca las barbaridades que cometió por odio a la fe –por cierto, vuelvo a recomendar la película Un Dios Prohibido- la reconciliación entre españoles resultará un tanto postiza. Más le valdría reconocer a la izquierda lo que hizo durante la guerra civil, masacrar a los católicos por el mero hecho de serlo. Y no parece que tengan ninguna intención de hacerlo.
Para muestra, Tomás Gómez, que aludió el pasado jueves al PP como los herederos del franquismo, que nunca "han condenado". El político socialista considera que por ello "la izquierda es superior moralmente". De rosa... La la dignidad y la reputación moral se recuperan cuando se reconocen los errores y los crímenes del pasado. Y los socialistas no están dispuestos a hacerlo.
Eulogio López
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