Ya saben ustedes que el Consejo General del Poder judicial es un organismo nacido en el BOE con una errata lamentable, allá por el comienzo de la Transición. Una mano maligna escribió "Consejo General del Joder Judicial". La institución, como puede verse, prometía ya desde sus primeros vagidos.

Esta historia de crisis, la historia del presidente del CGPJ, se consumó con la decisión de Carlos Dívar de dimitir, el pasado jueves 20. Empiezo por el final: insisto en que Dívar no debió dimitir, y que, en realidad, ha sido dimitido porque ser un católico convencido, es algo que la progresía imperante no puede admitir en un alto cargo. E insisto, también, en que no ha sido la progresía socialista quien le ha echado sino los progres peperos, es decir, la progresía conservadora que ahora manda en España.

De inmediato –viernes 21- Ana Pastor, Comando Rubalcaba de RTVE, entrevista a Gabriela Bravo, portavoz del CGPJ, nombrada por el PSOE, al igual que Gómez Benítez el ultraprogre garzonista autor de la trama.

Doña Gabriela –quien también debería presentar sus cuentas-, ataviada con sus mejores galas, nos informa de que "si él –Dívar- ha pedido disculpas será porque algo malo habría hecho". Me quedo de piedra. Dívar ha dimitido porque ha perdido el apoyo de la acomplejada derecha pepera española y no ha pedido disculpas por gastar más de lo asignado sino por el daño que la campaña de linchamiento de la que ha sido objeto podía dañar la imagen de la judicatura. Pero, para doña Gabriela, pedir perdón no significa arrepentimiento y la consiguiente mejora –sin arrepentimiento no hay cambio, sin cambio no hay progreso-sino reconocimiento de que las calumnias vertidas contra Dívar eran ciertas.

Pero no le bastó con hacer leña del árbol caído, no. Aprovechó la pregunta para aclarar que, con su actitud, su ex jefe "nos ha puesto a todos en entredicho: Yo podría decirle que desde hace más de un año en el CGPJ hemos introducido medidas de austeridad". ¿Me siguen, verdad?  Y lo más extraño de todo, terminada la entrevista, según me cuentan fuentes de toda solvencia, es que doña Gabriela, sin ánimo de zaherir, no salió del estudio volando en una escoba sino por su propio pie. Y Ana Pastor, creo que lo mismo.

Con Carlos Dívar se ha impuesto el puritanismo. Mala cosa. En la prensa progre, la que ha logrado cobrarse esta víctima, el caso del ya ex presidente del CGPJ se califica como el caso de "los viajes de Dívar". No acabo de cogerlo: los viajes de un alto cargo no son pagados por el alto cargo, porque el coste del vehículo oficial, de los guardaespaldas, la gasolina, etc, las paga el erario público bajo el mandamiento primero de la seguridad: un terrorista podría atentar contra un alto cargo en día laboral o en fin de semana, en Madrid o en Marbella, en un acto público o en uno privado.

¡Qué malo que era Dívar! Además de un redomado hipócrita, porque iba a misa todos los días. Y claro, eso no puede ser.