Revistas y suplementos de todo tipo nos recuerdan que, los detalles, en estas fechas, tienen gran importancia.
El elenco de bienes variadísimos que en Navidad nos intercambiamos, hacen de ella la gran fiesta del consumo, de los regalos. Aunque en su origen yazca el Regalo que alguien hizo de sí mismo a la humanidad. Y no sólo Alguien, sino el mismo Dios. Por eso, las luces y los ángeles, los adornos y los pesebres deben llevarnos a la contemplación, al agradecimiento, a la alegría porque el drama humano cesó con la venida del Dios humanado.
Jesús nace también en el entorno familiar si sabemos sembrar comprensión, cariño y paciencia, desterrando el mal humor, las caras largas y los reproches.
¿No ganaría mucho más nuestro mundo si pusiéramos concordia donde hay indiferencia y olvido? Ese es el mensaje del Cristo que nace: paz a los hombres de buena voluntad.
Lucía Rivera