Las excavadoras judías no dejaron piedra sobre piedra. Se retiraron sí, pero destruyeron todo resto de civilización. Los palestinos deberían de empezar de cero. Una cosa es retirarse y otra distinta dejarles las casas hechas para que las ocupen. Pues bien, ahora la Unión Europea destinará 60 millones para la reconstrucción de la franja de Gaza. El presupuesto comunitario no se encuentra especialmente bollante, pero así se ha acordado cerrando así el círculo de la estupidez.

Schumpeter llamaba a esto el principio de la destrucción creadora: mientras destruimos cosas, es necesario reconstruirlas, y la actividad se mantiene. O sea, lo que decía mucho antes que el economista el refranero español: "mientras van y vienen no falta gente en el camino". Lo que pasa es que es mejor ir para algo y regresar con los deberes hechos. La eficiencia no está negada con la economía. Y lamentablemente el mundo tiene demasiados déficits para dedicarnos a jugar a las construcciones.

Por otra parte, está por ver si el juego de "doble o nada" iniciado por Sharon y -desautorizado por Netanyaju- tiene éxito. En la entrevista que este viernes 26 de agosto publica ABC, Mahmud Abbas, exige para garantizar la paz el desalojo de Cisjordania. Y por si fuera poco, advierte que si de verdad se quiere ser demócrata, habrá que aceptar un eventual triunfo de Hamas en las elecciones. O sea, que quizás los palestinos se hayan embarcado en una reivindicación permanente al modelo nacionalista catalán o vasco.