Sr. Director:

De entre todos los seres vivos el único que tiene conciencia de su propia finitud es el ser humano. A veces los poderosos y los que han estado al frente del gobierno de las naciones dan la impresión de que han olvidado el memento mori de los romanos. Se ven tan seguros en su propia consideración, que se creen invulnerables o inmortales. Pero, más pronto que tarde a todos los tiranos y dictadores del color e ideología que sean, les llega su hora y el misterio del eterno y global problema :¿Y después qué?

Algo de esto debe estar barruntando ya el dictador cubano, cuando en un momento de sinceridad le espetó a su amigo Chávez:"Yo ya me puedo morir, el que no se puede morir eres tú". Falaz declaración. Nadie es dueño de su tiempo, ni es imprescindible.

Sólo el autor de la vida sabe cómo y cuando cada persona abandonará- en frase calderoniana- la escena del "Gran teatro del mundo" para luego dar cuenta de cómo ha representado su papel, según el reparto y puesto que le fue asignado.

Si todos los humanos, no solo los creyentes, reflexionasen que estamos en este mundo de paso, de modo muy distinto nos portaríamos unos con otros y la vida sería más feliz y gratificante para todos. Personalmente me consuela la palabra revelada, la que me inspira total confianza: "No quiero la muerte del pecador, sino que se convierta y viva feliz…El que cree en Mi, aunque muera, vivirá"

Miguel Rivilla San Martín

miriv@arrakis.es