Dice José Ángel Gutiérrez en Hispanidad (24-4-13): "que el Gobierno las ayude a no abortar con medios económicos (qué mejores políticas sociales que ayudar a los más débiles, esa madre y ese niño); y si la madre no puede hacerse cargo del hijo, que se ofrezcan cauces para su adopción. Pero matar, nunca".
Comparto la opinión, y creo que es urgente una moratoria para el aborto, porque ante el crimen solo cabe el rechazo total. Como eso no va a suceder de inmediato, me pregunto: ¿cambiará pronto, como dice Gallardón, la ley del aborto Produciría mucha alegría, según se deduce de las multitudinarias manifestaciones en favor de la vida y de las "Vigilias de Oración por la Vida" que llenan nuestras catedrales en la Fiesta de la Anunciación.
Se piensa que la reforma evitará tanto el coladero que supuso la ley de aborto de 1985, como el radical desprecio a los nonatos que conlleva la de 2010. Pero la realidad es que ninguna ley de aborto es justa.
Las leyes deben defender la vida de la madre y la del hijo, ambas igualmente valiosas; y si, en la búsqueda de la vida de la madre, el niño muere como efecto no buscado, podremos considerarlo una tragedia, pero no un crimen.
El "Holocausto silencioso" del aborto sólo puede compararse al de los nazis, al que supera en el número de víctimas y en su maldad intrínseca. Cuando las leyes obvian la vida, surgen monstruos, como el Dr. Kermit Gosnell en Estados Unidos, ya arrestado por clavar las tijeras en las médulas espinales de niños nacidos viables.
Josefa Romo Garlito