El dedo acusador señala a Rubalcaba que ha perdido toda posibilidad de ser vicepresidente- y al beneficiado Manuel Chaves La vegetariana Salgado se caracteriza por su incapacidad para formar equipos. Fue la autora de las leyes más nazis de ZP: Investigación biomédica y Reforma de la FIV, que convirtieron a España en el mayor matadero mundial de embriones humanos.
El ex director de ABC, Ignacio Camacho, aseguraba que no comprendía como una mujer cono la actual ministra de Administraciones Públicas de la Gobierno Zapatero, Elena Salgado, puede convertirse en vicepresidenta económica, por su poca energía, pulso y dinamismo. Consideramos en Hispanidad que nuestro compañero confunde la falta de dinamismo con el espíritu propio del asesino discreto.
La verdad es que Elena Salgado, una mujer que aún se enorgullece en privado de su leninismo universitario, saltó a la fama política cuando Felipe González y José Borrell la elevaron hasta la Secretaria general de Telecomunicaciones. Cuando Aznar llega al poder, no tiene reparos en trabajar en una empresa de telecomunicaciones sector regulado por ella misma-, empresa de la que se marchó con una opípara indemnización.
Su paso por el Teatro Real constituyó otro desastre, y aún la conocen allí por su afición a cortar cabezas. Llega el Zapaterismo y Salgado da el salto al Ministerio de Sanidad. Sus enfrentamientos con los médicos, caracterizados por su desprecio olímpico hacia los facultativos, marcan su gran hito político: es el fautora de la dos leyes más homicidas, verdaderamente nazis, del Ejecutivo Zapatero: Investigación biomédica y Reforma de la FIV. Ambos textos convirtieron a España en el mayor matadero mundial de embriones humanos, cuyos resultados terapéuticos pueden resumirse en una palabra: nulos.
Luego pasó a Administraciones Públicas, un ministerio sin cartera, donde lo único que tenía que hacer era pactar la financiación autonómica, pero eso quedó en manos de Solbes.
Por otra parte, Zapatero brama por la filtración de los cambios y no se decide a ejecutarlos. Se acusa a Rubalcaba, que sale perdiendo según el organigrama actual, pues aspira a una Vicepresidencia. Se acusa a Manuel Chaves, el gran triunfador, 20 años al frente del Gobierno andaluz, algo parecido a que el PP nombrara vicepresidente a Manuel Fraga Iribarne. Pero las acusaciones no sirven de nada. Lo que al final importa es si ZP dará marcha atrás y decidirá que no sea Salado, sino otro, quien ocupe la trascendental cartera económica. En ese caso, resurgirían los nombres de Octavio Granado, Miguel Sebastián o Javier Gómez Navarro para pilotar la nave de la política económica, que hace aguas por babor y estribor.
Eulogio López
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