Ni una sola idea para afrontar la crisis. Bueno, una buenísima: la necesidad de un mayor optimismo económico, nueva doctrina que debemos a ZP. Hemos pasado del capitalismo al marxismo, y de éste al optimismo. O mejor: del liberalismo al socialismo y de aquí al consumismo. Porque ese fue el consejo de ZP a los compromisarios socialistas participantes en el Trigésimo Séptimo Congreso del PSOE: mucho optimismo, muera el fatalismo de este país... y "que consumáis". Es así como salen las cuentas, no lo duden.
Sólo hay que considerar este detalle: si el presidente del Gobierno de un país se presenta ante las cámaras para vender la nueva doctrina del optimismo económico, a una audiencia entre los que se cuentan muchos que no pueden pagar la hipoteca de su vivienda habitual, o aquéllos que han vuelto a las oficinas del Servicio Público de Empleo, más conocido como "las oficinas del INEM", pues podría enfadarse un tanto.
ZP ha vuelto a manifestar su ignorancia en público. Sin embargo el manto mediático que le protege, superior al que protegía a cualquier otro presidente de la democracia española, le permite estas necedades sin convertirse en el hazmerreír de la ciudadanía. Bueno, al menos no de todos los ciudadanos.
Y mientras ZP nos vendía ese optimismo se publicaba el espléndido reportaje, firmado por Lucía Abellán en el País, el pasado domingo 6 de julio. El censor de guardia de los Polanco debía estar contemplando el chupinazo sanferminero y no se enteró: mientras el vicepresidente Pedro Solbes vuelve a exigir moderación salarial –que no de las rentas empresariales ni de las de capital-, los salarios reales descienden en España y volvemos a perder el tren que nos aproximaría a los salarios vigentes en los países punteros de Europa. El cuadro de El País compara las retribuciones con el nivel de vida. En términos absolutos, las diferencias aún serían más llamativas, aunque menos significativas.
Pero lo arreglaremos todo con optimismo y consumismo. Palabra de ZP.
Eulogio López