La estrella del firmamento económico mundial es China, una economía que crece al 10%, rebosante de liquidez, con una balanza de pagos que envidia Europa, con una liquidez que ansía Estados Unidos y a la que España limosnea para que compre su deuda pública hasta que la soga tendida alrededor de nuestro propio cuello nos ahogue.

Pues bien, el exitoso modelo chino se apoya en salarios de miseria y en emigración forzada, que no deje de ser una reiteración, porque lo uno lleva a lo otro. Así compite cualquiera: lo único que hay que hacer es matar de hambre a la población.

En China, según el informe de la OIT, el salario mínimo en China (página 138) alcanza los 173 dólares mensuales, aunque yo de ustedes haría poco caso de tan oficial información, dado que, según el Informe de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, bastante más fiable, un 27% de la población china sobrevive con menos de 1,25 dólares por día. Considerando que a los chinos sólo les permiten tener un niño por pareja, la conclusión parece obvia.

Naturalmente, los chinos que quieren sobrevivir emigran a Occidente y si hay una población ilegal en Europa y Estados Unidos esa es la procedente del gigante oriental.

En definitiva, ¿se puede crecer al 10%, frente a una España -es sólo un ejemplo- que decrece el 0,1% y al mismo tiempo morirse hambre? ¡Ya lo creo que se puede! Ahí tienen el alabado ejemplo.

Y ojo, porque China representa la quinta parte de la humanidad.

Nos hemos acostumbrado a la demoníaca paradoja que asegura lo siguiente: La economía china marcha bien, la economía de los chinos marcha mal. Una paradoja bastante inaceptable. La economía puede crecer exponencialmente pero si no lo hace con salarios dignos, concepto clave de la doctrina social católica y occidental, no puede hablarse de justicia social. Si la economía de los chinos marcha mal, es que la economía china marcha fatal. Lo demás, no es más que esclavitud y un engañabobos.

Y lo mismo sucede con otros emergentes, tales como India, México o Brasil. Al parecer, nos hemos olvidado de que el objetivo de la economía no es el crecimiento sino la justicia social.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com