Sr. Director:

Cuando empieza un nuevo año todos hacemos propósitos de enmienda y promesas de mejora para esos doce meses que nos esperan. Analizamos lo bueno y lo malo del año ya vivido, extraemos conclusiones y pedimos al nuevo año que se cumpla y se haga realidad todo lo que no pudo ser, lo que aún queda pendiente.

Estos deseos no solo se desarrollan entre las gentes de a pie, también son extensivos a la política. Y hablando de política, hay algo en Ceuta que necesita urgentemente ser tomado en serio y como a los toros, ser cogido por los cuernos.

No se puede esperar más viendo como el índice de desempleo aumenta diariamente a velocidad vertiginosa. El porcentaje de parados ceutíes es preocupante y escalofriante. Supera incluso a la media a nivel nacional. Según estadísticas, 22 de cada 100 ceutíes, son desempleados.

No dudo del esfuerzo ni de la preocupación que en este tema tiene el gobierno autónomo del Sr. Vivas pero sin culpabilizar a nadie -cabe buscar soluciones y no culpas ni culpables- la situación es crítica y todos aquellos agentes que están relacionados e involucrados con responsabilidades y competencias -ministerio, empresarios, sindicatos, gobierno ceutí, INEM, etcétera-deben ponerse las pilas, arrimar el hombro juntos, aunar esfuerzos, aplicar medidas conjuntas y conceder ayudas a empresas para facilitar la contratación y a los parados para poder subsistir y reinsertarse en el mundo laboral. Y esto último es algo que ya se está aplicando en el resto del Estado. El Ejecutivo de Zapatero se ha visto obligado a incrementar las ayudas económicas a parados y nuestras empresas se endeudan cada vez más.

Todo ello sucede en Ceuta pero mucho más grave. Con la actual dejadez, a este paso, en un futuro no lejano y dentro de un tiempo -unos cuantos años, quizá- Ceuta quedaría mermada como una ciudad casi exclusivamente habitada de militares y funcionarios costeados por el Estado -casi desapareciendo muchos de los actuales trabajos en peligro de extinción- y sin capacidad de generar riqueza productiva.

La consecuencia más grave sería el éxodo, la emigración de muchos ceutíes a otras ciudades de la península para poder sobrevivir, con la consiguiente 'desertización ciudadana' o descenso del índice de habitantes.

Evitar que Ceuta se convierta en una ciudad 'muerta', sin futuro, desierta y fantasma, debería ser el objetivo de quienes ostentan los poderes político y empresarial.

En vuestras manos está el futuro de Ceuta.

Josep Esteve Rico Sogorb

ricosogorb@cjav.org