Con ese dinero los terroristas podrán comprar armas para seguir asesinando y secuestrando y el Gobierno de Malí seguirá hundido en la peor de las corrupciones: la ausencia de justicia. Porque el mecanismo es el siguiente: los fanáticos musulmanes secuestran a dos cooperantes (tres, aunque la liberación de la mujer también presenta unas inquietantes zonas de sombra). En lugar de intentar liberarlos, que es como se lucha contra la delincuencia, el Gobierno paga un rescate y los terroristas exigen, además de dinero, la liberación o reducción de condena del soberano Estado de Malí a algunos de sus presos terroristas. Estado soberano que, en lugar de desalojar de su territorio a los fanáticos, negocia también con ellos en nombre de España. Una tarea de lo más humanitaria.
Total: los secuestradores ganan también la importante batalla de la imagen-, los secuestrados pierden porque ahora todos los españoles somos rehenes potenciales- y la corrupción de Malí sigue en aumento hasta su final lógico: que los terroristas de Al Qaeda se hagan con el poder en aquel país africano y pasen de terroristas -cobardes que se esconden tras la sociedad civil- a terroristas de Estado, o Estado terrorista, si lo prefieren. Estamos contribuyendo a la paz y la libertad en el mundo, sí señor.
En el Magreb y en Melilla, el Gobierno Zapatero cuya imagen de marca es la cobardía- hemos hecho lo mismo que en Somalia con los piratas: ceder al terror, financiar el terror y promover el terror.
No es Francia quien fracasó, sino España. Nicolás Sarkozy envió un comando a liberar en Malí al ingeniero francés Michel Germaneau, secuestrado por los discípulos de Ben Laden. Fallaron los servicios de inteligencia, que no el comando, mataron a seis terroristas y éstos, en venganza, asesinaron a Germaneau. Es tremendo sí, y fue un fallo, pero es la única forma de acabar con la industria del secuestro. Ceder sólo sirve para financiar esa industria, sea con los piratas somalíes, con fundamentalistas islámicos o con el déspota Mohamed VI.
A Francia le importó poco violar el territorio de un país soberano si ese país se dedica a negociar con terroristas. España, y todo el mundo libre debe seguir los pasos de Francia, no de España.
Insisto, enhorabuena a los liberados, que han pasado un auténtico infierno de casi nueve meses, pero la cobardía de Zapatero no presagia nada bueno para los españoles.
Y lo que es peor: Zapatero, en su intervención pública de la mañana del lunes se enorgullece de la labor del Gobierno y felicita a los gobiernos de la zona, es decir, a los comisionistas del secuestro. Tampoco ha sido como para tirar cohetes el comunicado de Mariano Rajoy que da a entender que él habría hecho lo mismo.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com