Díez Polanco sin embargo sigue mandando. Y no puede tragar a un Cebrián que trata de hacerle la cama y quedarse con el negocio de los derechos audiovisuales, el negocio, mientras que le deja los buques insignias a Díez Polanco: El país y la SER. Así que Cebrián exige su cese. Sin éxito.
En paralelo, Ignacio Polanco no se atreve a cesar a Cebrián, el hombre que acompañó a su padre desde el principio. Ignacio y Juanli no se llevan bien a cuenta del nuevo director de El País, Javier Moreno. Porque Cebrián es de los socialistas de la justicia social. O era. Pero Moreno es el representante arquetípico del socialismo tonti progre: abortero, prohomosexual, pacifista, ecologista y todos los ‘istas' que se le ocurran.
Pero a Moreno le encanta atrapar a Zapatero. Y sobre todo, le encanta demostrar a todo el mundo que no son un diario progubernamental. Así que se permite hacerle entrevistas duras y criticar al presidente en la entradilla. Así todo el mundo puede decir que PRISA declara la guerra a Zapatero. Y aquí llegamos a la guerra del fútbol, que es la interesante.
En la entrevista de El País se parapeta en que no sabe nada de fútbol y menos de derechos del fútbol, pero defiende los "intereses de los ciudadanos que quieren ver fútbol". Exactamente el mismo argumento que utilizara De la Vega cuando le preguntaron sobre el caso, aunque la ‘vice' añadió que esa bronca era cuestión de empresas privadas.
La respuesta es elegante, pero se posiciona claramente a favor de La Sexta. Y como el director de PRISA se da cuenta, le apela a la relación con "sus amigos", a lo que Zapatero responde que tiene "amigos" en "otros medios". Y advertencia: "Así los considero yo". Es decir, ‘espero que no me hagan Uds. faenas'. Lenguaje críptico, pero suficiente para quien conoce las bambalinas. PRISA le advirtió al gobierno que se atuviera a las consecuencias. El primer palo ha sido colocar en primera la candidatura del general Sanz, que tiene nulas posibilidades de hacerse con el mando de la OTAN.
El posicionamiento de Zapatero en la guerra mediática de ‘progres', puede encender mucho más los ánimos de los Polanco boys. Porque con el dinero no se juega. Y aquí hablamos de una batalla de principios. De los principios de mes, queremos decir.
El PP no ha sabido ver en esta batalla una ventana de oportunidad. Una guerra tan bonita como la protagonizada por El Mundo y el ABC a cuenta del 11-M y magnificada por la izquierda.
Al final, sin embargo, las aguas volverán a su cauce. Ya ocurrió con el Mundial de Alemania y finalmente lograron ponerse de acuerdo. En primer lugar porque en las guerras comerciales -como en todas- gana uno, pero pierden todos. Y la cosa no es fácil: España tiene la mitad de abonados a la televisión de pago que la media de la UE. Y la deuda de las Majors y de los derechos deportivos se puede llevar por delante los dos grupos.
Pero es que además, la guerra no es posible porque sería "civil". El País no puede hacer la guerra contra Zapatero porque sencillamente nadie le perdonaría que hubiera colaborado al triunfo de Rajoy. Polanco se lamentaba amargamente en el 2000 de haber ‘permitido' el triunfo de Aznar con mayoría absoluta "con la cantidad de medios que tenemos".
Además, conviene recordar que todos los Mediapro provienen de la misma familia. El País. Es verdad que Miguel Barroso le dijo a Zapatero que tenía que constituir su propio grupo mediático. PRISA es del felipismo y Zapatero representa un nuevo socialismo, por cierto, el mismo que representa Javier Moreno. Pero eso es una cosa y otra pensar que la sangre llegará al río. Pactarán, como en Alemania. A la fuerza, ahorcan.