Nevaba en Madrid, como subproducto de una Europa presa de temperaturas polares con el único objetivo de fastidiar a Al Gore, dicho sea de pasada- y entonces la consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, Lucía Figar, decidió abrir las escuelas pero no impartir clases.
Sorprendente elección, ésta de convertir a los colegios en guarderías. De esa forma, pensó Figar, mantenemos contentos a los padres que tengan que acudir al trabajo y que ya tienen a sus niños colocados. Es decir, todos los colegios convertidos en guarderías, que como, su mismo nombre indica, es donde se guarda a los infantes.
Y gran cabreo entre los profes: somos maestros no niñeras.
La nevada ha convertido a los maestros en niñeras, de la misma forma que Bolonia, y no por las inclemencias meteorológicas, ha convertido a los profesores universitarios en animadores culturales.
Va a haber que repensar esto de la educación, especialmente el sistema educativo.
Eulogio López
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