Poco a poco se va perfilando el nebuloso Plan Bush para la inmigración, preferentemente hispana. No se trata de una amnistía general en la que afloren ilegales a los que se otorgarían 'papeles' Más bien es una invitación para que todo aquel que consiga un trabajo pueda residir en Estados Unidos durante un periodo de tres años ampliable a otros tres, pero sin asegurar nada más: ni nacionalidad ni permiso de residencia definitivo. Esta política tiene poco que ver con la insigne tradición de un país forjado mediante las fronteras abiertas a los inmigrantes hasta bien entrados los años ochenta del pasado siglo.

Es poco, pero algo es algo. Además, las asociaciones de inmigrantes negocian también el eterno problema del reagrupamiento familiar, donde Estados Unidos es tan cruel como España: todo son pegas para que el trabajador inmigrante pueda traer consigo a su mujer (o esposo) e hijos.