Los astutos autores del ataque a Libia, es decir la OTAN y los cancilleres de las potencias occidentales, con Hillary Clinton a la cabeza, han descubierto que entre los rebeldes que combaten contra el régimen de Trípoli hay células de Al Qaeda. Lo que demuestra que Gadafi puede ser un tirano pero no tiene por qué mentir: él ya lo había denunciado antes.

Al mismo tiempo, en la pacificada Babilonia, un comando suicida de Al Qaeda ha asaltado un organismo oficial iraquí en Tikrit. Se entretuvieron degollando a los presentes y la cosa terminó en 65 muertos.

Al Qaeda no tiene por qué ser Ben Laden, que a lo mejor ya ha rendido cuentas al Padre Eterno. Al Qaeda es la demostración de que no vivimos en la sociedad de las conspiraciones sino del consenso. Hoy, el líder no es el que prepara la subversión sino el que, cuando vía Internet se ha creado el caldo de cultivo adecuado, se pone a la cabeza de la manifestación que él no convocó. 

Desde que dejaron de mostrarnos los vídeos del iluminado saudí, la prensa occidental comenzó a hablar de la "nebulosa Al Qaeda", porque Occidente no tiene la menor idea de si existe una Al Qaeda o 17, ni si existe una pirámide jerárquica ni dónde se aprovisiona de armas y de terroristas. Lo que sabe es que le salen fundamentalistas violentos en cualquier país, en todas las latitudes.

Libia e Irak son dos casos similares. Y si no se ha bombardeado Siria es porque Occidente no puede equivocarse en todos los sitios: carece de armas suficientes para ello, salvo que recurra a las armas nucleares pero no parece una buena idea, dado que estaríamos hablando, no de guerra, sino de algo peor. Podemos calificar el bombardeo de Libia de legal y el de Irak de ilegal, pero lo que se ve es que ni bombardeando ni invadiendo se está logrando que aumente la seguridad y la libertad, sino todo lo contrario.

En resumen, se impone un cambio de táctica. Si las tiranías se imponen por Internet, el bombardeo debe ser por Internet. Se ha perdido mucho tiempo en la sociedad de la información en invadir por las infovías a las tiranías. A los tiranos hay que bombardearlos con palabras y con ayudas a las poblaciones tiranizadas para sacarlas de la miseria económica, cultural y moral. La obra de Sadam Husein no ha desaparecido con la invasión de Irak, sólo se ha conseguido radicalizar el país. Lo mismo ocurrirá en Libia. Hay que convencer y ayudar a los libios para que derriben a Gadafi, de la misma forma que hay que convencer a los chinos de que derriben a su régimen. Eso significa no callar nunca ante la injusticia, financiar gobiernos en el exilio y a la oposición interior, no aceptar la censura de los sátrapas, acoger refugiados, etc, etc.

Ahora bien, si callamos ante las aberraciones del tirano porque nos interesa venderles nuestros productos y a eso le llamamos globalización, entonces el único camino que nos queda es el que ahora transitamos: guerras ofensivas, no defensivas, en las que siempre perdemos aún cuando las hayamos ganado en el campo de batalla.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com